martes, 18 de enero de 2011

Relatos breves

Dedicado a mis amigos de "todoslosforos", como un juego ellos los inspiraron con su aliento y estímulo, y me impulsaron a repasar las hojas de la agenda de la vida...



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Estaba descontento consigo mismo; después de años buscando hacerse un sitio en la sociedad, de haber sido empujado por el sistema ha representar un papel cuyo guión no era de su agrado, se convenció de que no era capaz de interpretar su papel previsto.

Bajó hacia la playa, observó el inmenso mar y su horizonte inagotable, creando un guión propio, nuevo a cada segundo, repleto de poder, sintió lo vacío que se sentía y maniatado, siempre empujado por las olas del mundo humano, sin timón, sin vela, sin brújula, sin control alguno de su camino; cerró los ojos y el rumor de la marea comenzó a sonar dentro, se imaginó pilotando un velero desde su corazón hacia una isla luminosa en la lejanía. Creyó que en esa isla se encontraba su verdadero ser; un aire fresco y suave le empujaba con determinación, pero tenía que luchar contra la marea contraria, la vela debía estar bien dispuesta, el timón firmemente agarrado. Se desprendió de todo peso inútil, nada ni nadie debían entorpecerle, no importaba lo que pudiera tardar, estaba aprendiendo a gobernar su nave con maestría, la luz se iba haciendo más viva y acogedora, hasta empezó a oír una bella música...


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Pasábamos las vacaciones en una granja muy alejada, tras las montañas que se divisaban desde la aldea más próxima, a más de diez kilómetros. En mi último cumpleaños me habían regalado una potranca recién nacida. Su madre no pudo sobrevivir al parto y no llegó a conocer a nadie de su especie, así que durante un año me convertí en su celosa cuidadora los escasos días que tenía libres. A pesar de todos mis esfuerzos y el cariño que le di en ese tiempo, su naturaleza salvaje le impelía a esquivar a cuaquier persona que no fuera yo. Más de una vez, en que la cerca por descuido se quedó abierta, se escapaba al galope a gran velocidad, tanto que a mi padre le fue muy difícil atraparla con un lazo desde el todoterreno.
Pasó el verano y yo debía volver al instituto; sólo quedaba por los alrededores un cabrero, que se encaprichó de ella, tanto que me prometió pasarse todos los días a darle agua y comida. Por razones que ignoro, el animal se enfurecía y brincaba cada vez que lo veía, y ya iba llegando el momento de marcharme. No estaba tranquila, sólo se tranquilizaba a mi lado, así que no acepté el ofrecimiento. Sabía que no muy lejos había una manada de caballos salvajes, que veíamos pastando cerca de un arroyo.
No lo pensé más, le puse el bozal y nos dirigimos hacia esa zona. Vi huellas recientes de sus congéneres, la solté y fui a acariciarle el hocico, como despidiéndome mientras contenía el llanto, ella dudó un momento, pero al verse libre me esquivó y huyó rápidamente. Entonces lloré de alegría mientras se perdía tras los árboles: era el precio que paga el amor a cambio de libertad.


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De jóvenes, solíamos divertirnos cada tarde en un parque cercano; allí nos tumbábamos en la hierba, siseábamos a las chicas guapas que pasaban, esperábamos que los que ya trabajaban volvieran al caer la tarde para ver si, entre todos, reuníamos doscientas pesetas para comprar un par de litronas y algunos cigarrillos, poníamos en el cassette a pilas nuestra música favorita; una partida de cartas, un partidito de fútbol con una bola de papel aluminio…
Un día, apareció el viejo, harapiento, maloliente, con los ojos desencajados, y se sentó en un banco contiguo, con un hatillo en el hombro. Sacó de él una bolsa llena de migas de pan, miró hacia arriba lanzando un silbido especial: era su llamada para las palomas. Empezaron a posarse en él; nosotros, muy quietos, observábamos cómo se arremolinaron sobre él sin miedo alguno, como si le conocieran de siempre. El viejo sonrió cerrando los ojos y se dejó invadir.
Entonces, uno de nosotros, exclamó: “Es Sócrates, el sabio griego, con sus discipulos”. Desde entonces, cada vez que venía, nos agrupábamos junto a él, le regalábamos una botella de tinto barato y él, a cambio, nos enseñaba.


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Era el benjamín de una famosa familia de payasos, necesitaban una foto suya para incluirla en el cartel del espetáculo, ya que era su primera gira y hacía su debut la semana siguiente. Le acompañaron al estudio de fotografía, allí le sentaron frente al espejo, le maquillaron, le pusieron la peluca y los guantes, ¡era un manojo de nervios!
Por fin, el fotógrafo consiguió sentarlo en un taburete, encendió los focos y midió la luz a unos centímetros de su cara, preparó la cámara; pero el chico no podía estarse quieto, no sabía qué hacer con las manos, le hizo más de treinta fotos, pero no le convencía la expresión.
_Pero… ¿en qué estás pensando?
_En todo, en el viaje, en el público, en lo que tengo que decir, en…
_No, nada de eso, no pienses nada… espera un momento!
El fotógrafo le acercó una mesa para que apoyara el codo, y le colocó suavemente la mano sobre la cara.
_Recuerda, no pienses en nada. Mira a tu madre, ¿la quieres, verdad?
_Sí, claro…
_Pues, díselo con la mirada.
El chico la miró y…!zas! saltaron los flashes…
_Ya está, ¿ves qué fácil?


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Acababa de aterrizar, habría sido un vuelo rutinario más de reconocimiento para fijar los puntos de población a los que arrojar ayuda humanitaria, después de las tremendas inundaciones, si no fuera porque había perdido contacto media hora antes con el otro avión que pilotaba mi amigo Esteban, cuando regresábamos a la base en medio de una intensa tormenta. Perdí la comunicación y pensé que algún rayo le habría dañado la radio ó el sistema de navegación, pero era demasiado tiempo. No podía moverme, con la vista fija en el claro entre nubes por donde debía aparecer, tenía que aparecer. Pasaron unos minutos interminables, un sudor frío me calaba, casi no podía respirar, ¡no! ¡no! Me avisaron desde la torre, no había señal de rádar, ni hubiera tenido combustible suficiente para tanto tiempo, no había esperanzas…
_!Dios mío! ¿Por qué? … sólo queríamos ayudar a esa pobre gente, Esteban era una persona amable y generosa, un gran compañero… ¿por qué a él?



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No te miro a ti, observo el mundo cómo envejece, todos parece que van con prisas a ninguna parte, alocadamente, sin sentido. En cambio yo, no busco nada, el tiempo ya no significa más que un estorbo, hace mucho que me curé de ese defecto inconsciente que es la juventud. No estoy en mi cuerpo, mi espíritu ha tocado a Dios y levita junto a él.



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Año 2020, la colaboración entre los humanos y los extraterrestres iba por buen camino, se había creado una comunidad de intereses sin precedentes. Ellos nos facilitaban sus avanzados medios tenológicos, mientras que nosotros les abrimos la puerta para saborear los frutos de nuestro pensamiento. Ellos nos ayudaron a limpiar la Tierra de las inmundicias que habíamos creado, nosotros les regalamos el poder de nuestra cultura nacida del libre albedrío.



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_En un lugar recóndito y en la penumbra permanente, escondido tras una puerta siempre cerrada, allí dejábamos de vez en cuando todo aquello que una vez tuvo utilidad, o que nos hizo felices, y todas aquellas cosas que nos hicieron llorar. Imágenes de personas que pasaron por nuestra vida y de las que no nos despedimos, ya que ignorábamos que era la última vez que las veíamos; también abandonábamos allí las palabras y las caricias de nuestras abuelas, la cara borrosa de nuestro amigo de cuatro años con el que jugamos a las canicas, el aroma intenso del perfume de nuestro primer amor, el crujido del lápiz cuando lo afilábamos en la escuela; ahí estaban los sonidos del aleteo de las libélulas que capturamos, incluso el sabor del poleo amargo que nos alivió una vez la digestión, hasta se podía revivir el dolor que nos produjo la rueda de molino que nos arrancó una uña, nuestro primer hurto inocente de un pastel que nos hicieron devolver…
_Pero… ¡si en tu casa no había desván!
_Claro que no, ¡hablaba de la memoria!



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Era a principios de Marzo. El invierno había sido muy crudo y aún perduraba; la chimenea había estado calentándonos casi todos los días, por lo que ya no quedaba ni un tronco para arder de la montaña de leña de encina que teníamos desde de Diciembre. No soportábamos los calentadores incandescentes ni esos que despiden aire caliente, ni siquiera a nuestro gato Canelo, que en ese caso prefería acurrucarse en su cojín en una esquina del salón.

Entonces me acordé de la Mimosa que un día una fuerte ventisca derribó. Aún recuerdo el día que la planté, una varita endeble y larguirucha que fui con mis padres a comprar al vivero. Fue el primero de los árboles que pusimos y sentía por él un cariño especial. Llegó a ser un ejemplar frondoso con buena sombra, y en Mayo se cubría de un manto de flores amarillas precioso. Así que cogí la motosierra y la troceé, el fuerte ruido de la máquina creo que ahogó sus gemidos.

Prendí el fuego y fui añadiendo sus ramas. En ese momento, se fue la luz, y nos quedamos en silencio absortos en las llamas y el repiqueteo. Entre ellas creí ver unas formas humanas y unas caras familiares, surgían y desaparecían: me pareció vernos a nosotros hace quince años, cuando hicimos un corro y bailamos contentos a su alrededor.

!Esa fue su despedida!


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¿Por qué esa sensación de soledad en una calle vacía? Cuando recorremos un camino vacío en plena naturaleza... ¿es la misma soledad? ... !vacío!!si está completamente lleno! Aquellas cosas que no vemos son más numerosas que las que podemos ver; en la calle nos escrutan desde todos sitios, las ventanas son ojos que te miran, las puertas son bocas que te tragan en silencio, todo extrae tu jugo y te seca; en la senda de la madre tierra la vida rebosa y te impregna, te abraza una multitud de cielo, de aire y luz, todo el cosmos te observa... !la soledad es una ilusión!

viernes, 17 de diciembre de 2010

Perlas varias


Me parece oportuno distinguir entre libertad subjetiva y libertad objetiva. Si como libertad objetiva entendemos su posibilidad en un entorno social es evidente que nunca será completa, no somos autosuficientes, necesitamos de los otros; la libertad de expresión, de acción, de ubicación en el mundo, de ir y venir, está supeditada de forma indisoluble con la de los demás, las acciones de uno repercuten en todos. Luego la libertad objetiva sería la suma de libertades individuales destinadas a alcanzar un orden social justo e igualitario, donde no haya ricos ni pobres, amos y esclavos, ni superiores ni inferiores. Mi libertad no comienza donde acaba la tuya, no puedo alcanzarla sin ti, no puedo sentime libre si estoy rodeado de personas encadenadas.Pero la libertad subjetiva, interior, sí es posible. Empieza a serlo cuando me responsabilizo de mi vida, cuando me adueño de mi futuro y, siguiendo a Jorge Bucay, cuando me concedo el permiso de estar y de ser quien soy, de decir lo que siento, de pensar lo que pienso, el derecho de decirlo o callarlo, sin esperar a que los demás me lo concedan. Para ello debemos reconocer quién somos realmente, rastrear dentro hasta encontrar nuestra esencia inmutable, parando la mente.
Recuerdo ahora una caso que cuenta el investigador sobre la espiritualidad oriental Ramiro A. Calle: ”Un día, en un ashram, se congregaba el guru con sus discípulos y estos le preguntaron: maestro, ¿qué tenemos que hacer para conseguir la iluminación? Y aquel les respondíó: haced como yo, cuando quiero comer, como, cuando quiero hablar, hablo, cuando quiero dormir, duermo, y cuando quiero morir, muero… y se murió en ese mismo momento”.



Creo que el dinero es la principal causa de la infelicidad del ser humano. La sociedad basada en el dinero sólo crea discriminación y desigualdad, ambición y pobreza, tanto material como espiritual. No por ser una utopía dejo de pensar en ello. Actualmente hay muchos pueblos de raíces ancestrales que están abandonando el dinero y volviendo al más equitativo y justo trueque. Incluso muchas personas del mundo desarrollado han adoptado ese estilo de vida, en contra de toda la tradición que desembocó en el capitalismo, el único gran y verdadero problema del mundo.



Todos tenemos derecho a rectificar cuando nos saltamos las reglas del juego.
No debemos condenar ni expulsar sin ofrecer la mano abierta para restablecer la paz.
Es difícil mantener presas a las ideas, mezcladas con emociones, recuerdos, estado anímico en general, hasta que explotan sin poder evitarlo, descargando todo el peso en una sola persona. Sabemos las reglas, pero somos humanos y las olvidamos a veces



¿Alguno de ustedes ha hecho el camino acompañando a una hermandad? Yo lo hice un año en plan reportaje fotográfico, y por supuesto antes pensaba que la diversión era lo único que importaba. Esa idea cambió rotundamente, hay gente con una fe incondicional, con peticiones y promesas a su Virgen, y demostraciones hasta el fanatismo. Diría de todas formas que sólo una minoría lo siente como una verdadera peregrinación de fe, y se escandalizan de lo que después ocurre en la aldea, con lo que hacen el camino, visitan a la Virgen y regresan a casa. Conozco algunos, no beben alcohol ni saben bailar, van a pie todo el tiempo a más de 30 grados en una polvareda tremenda mientras cantan y rezan. Verdaderamente indescriptible es la misa de romeros que se celebra justo antes de amanecer, sólo con la luz de las velas se oye la Salve. No soy creyente ni en dioses ni en imágenes aparecidas de santos, pero la devoción y pureza que desbordan algunos tiene todo el valor necesario como para minimizar la parafernalia que se monta a su alrededor. No podemos negar a la ligera las experiencias de carácter místico personales de ese pequeño porcentaje por que existan excesos del resto que manchen su credibilidad. Es como juzgar a Jesús analizando nada más que el comportamiento del cristianismo posterior. ¿Qué culpa tenía él?


Lo que se constata es que el culto a lo físico y a los placeres sin más está dinamitando cualquier escala de valores actual, y se llegue a confundir vivir el presente y la maravilla de la vida como única cosa a considerar, los caballos se desbocan, perdemos las riendas, y coche y cochero se precipitan en un abismo donde quizá ya no podamos encontrar nuestro verdadero yo.



!Bienvenidas las desavenencias, ellas son el germen de nuestro progreso! !Bienvenidas las malinterpretaciones, porque ellas nos amplian muchas veces nuestra estrechez de miras! !Bienvenida la disputa sana, el despertar de emociones y sentimientos, el que nos fuercen a ser nosotros mismos!

martes, 14 de diciembre de 2010

Sobre Genética y sus repercusiones

Una comparación del ADN mitocondrial de distintas etnias de diferentes regiones, sugiere que todas las secuencias de este ADN tienen envoltura molecular en una secuencia ancestral común. Asumiendo que el genoma mitocondrial sólo se puede obtener de la madre, estos hallazgos implicarían que todos los seres humanos descienden en última instancia de una sola mujer, cuando ya habrían existido los primeros y más primitivos Homo sapiens, tales como el "Homo sapiens idaltu".
Se sabe de esta Eva a causa del genoma contenido en las mitocondrias (orgánulo presente en todas las células) que sólo se transmite de la madre a la prole. Cada mitocondria contiene ADN mitocondrial, y la comparación de las secuencias de este ADN revela una filogenia molecular. Aunque no se puede descartar que la Eva mitocondrial haya sido el único ancestro femenino que vivió en su época, es probable que haya habido mujeres anteriores a la Eva mitocondrial y también otras pertenecientes a aquella época que hayan tenido descendencia hasta cierto momento en el pasado. Sin embargo, sólo la Eva mitocondrial produjo una línea completa de hijas hasta nuestros tiempos; por lo cual es el ancestro femenino del cual proviene toda la población actual.

El fundamento del linaje de la Eva mitocondrial, es que al revisar el árbol genealógico de los seres humanos que viven en la actualidad _a través de la genética_, al seguir una línea de cada individuo a su madre _y si estas líneas se continúan desde cada una de esas madres a sus respectivas madres_ se estará retrocediendo en el tiempo, todas las líneas convergerán en un punto en que todas las hijas comparten la misma madre. En este seguimiento, se observa que las ramas más antiguas comprueban una ascendencia mitocondrial africana y cuanto más se retroceda en el tiempo, menos linajes quedarán hasta que quede sólo uno; el cual correspondería al de la Eva mitocondrial.Por ello, cuanto más pequeña es una población, más rápidamente converge el ADN mitocondrial; las migraciones de pequeños grupos de personas derivan (en lo que se llama deriva genética) luego de unas pocas generaciones hacia un ADN mitocondrial común. Esto sirve como sustento a la teoría del origen común (en inglés, Single-origin hypothesis). Esta teoría plantea que los seres humanos modernos (Homo sapiens) se originaron en África hace entre 100.000 y 200.000 años, aunque la presencia de genoma masculino no se detecta hasta mucho después.

Así como las mitocondrias se heredan por vía materna, los cromosomas Y se heredan por vía paterna. Por lo tanto es válido aplicar los mismos principios con éstos. El ancestro común más cercano por vía paterna ha sido apodado Adán cromosómico-Y, y éste Adán parece algo posterior _lo que nos recuerda los mitos de un primer estado matriarcal sin intervención masculina en la procreación bastantes miles de años_.
Por lo tanto es válido aplicar los mismos principios con el masculino que con el femenino, y el ancestro común más cercano por vía paterna, de acuerdo a lo que la ciencia actual es capaz de explicar, no habría vivido en la misma época que la Eva mitocondrial, sino que sería unos 50.000 años más reciente, hacia el -65.ooo.

La confluencia de esos dos datos son importantes. Esto podría aclarar otros estudios sobre el origen, no ya del homo sapiens, sino de nuestra raza actual, tras un periodo glaciar y/o la erupción de un supervolcán en el Pacífico, que se dataría también en unos 65.000 a.C.; según todo ello nuestra raza actual debería de provenir del cruce de unas 1.000 parejas como punto de partida al menos con esa antigüedad... ¿fuimos creados?

lunes, 13 de diciembre de 2010

Sobre el Sentido de la Vida


El hombre, una vez cubiertas sus necesidades primarias, creerá, no sin razón, que el sentido de su vida es alcanzar la felicidad, en todos los órdenes, para ello exige su libertad, tanto interna como externa, procura disponer para sí de los placeres mundanos, defender y proteger a los que ama, adquirir conocimientos y reconocimiento, atrapar su sitio en el mundo, porque sólo se vive una vez y la vida no se puede desperdiciar.

Hay otra posibilidad la cual, sin menoscabar el fin antes mencionado y pudiendo acaecer al mismo tiempo, estriba en creer que el sentido de la vida es conocerse a uno mismo, que debemos buscar algo más fuera de nuestro ego, de nuestra existencia mortal y puntual, del dolor y del placer, de la muerte como fin de la existencia. El que se encuentra en este estado, después de comprobar su ignorancia sobre casi todo, de entender que los ideales del ser humano, como felicidad, libertad, etc., son sólo instantes en los que degustamos, o mejor, olfateamos ese Bien, vislumbra que hay algo más profundo y recóndito. Cuando este hombre descubre su origen dependiente o, mejor dicho, que hemos sido creados por una entidad superior, se pregunta por qué y para qué en otra dirección; si hemos sido creados, y el acto de creación no es sólo el resultado del azar evolutivo ¿cuál será el sentido de nuestra vida? Todo lo creado tiene una finalidad ¿qué propósito tendría ese creador? ¿No podría ser que, a la par de ser felices, se nos hubiera encomendado purificar cuerpo y mente para poder despertar la chispa divina que coexiste con ellos, pero que tiene en pequeña escala todos los atributos de la perfección, para liberarla de las limitaciones de la materia?

En el lado opuesto, la agresividad y la violencia son el resultado de la inteligencia desequilibrada; eso puede corregirse según expresa el Dalai Lama con la superación, primero, de la ignorancia (origen del sufrimiento) sobre la verdadera naturaleza del ser, después aprender a vivir sin la marca de la culpabilidad, y, por fin, cultivar los estados positivos. De esa manera, reduciendo la presencia de los estados negativos, que sólo son obstáculos transitorios, nos daríamos cuenta de que todos venimos al mundo con la misión inexcusable de ser felices.

Pero nadie puede dejar de ser egoísta, excepto los hipócritas. El egoísmo es natural. Sí, siendo egoísta llega un momento en el que estás compartiendo. Lo fundamental es amarte a ti mismo tanto que ese amor rebose y alcance a los demás: “si una sociedad se sustenta en la ley, esa sociedad está dominada por el miedo. Cuando se sustenta en el amor, el miedo desaparece y no es necesaria la ley. El hombre no ha cambiado debido al castigo, sino que, en realidad, lo ha vuelto más corrupto”.

¿Qué es lo que entendemos por bondad ó compasión? Decía OSHO que: “significa aceptar los fallos y debilidades de los demás, sin esperar a que se comporten como si fueran perfectos. La compasión sólo surge cuando puedo ver que todo el mundo está relacionado conmigo; todo el proceso de la sociedad es una especie de hipnosis. Hay que volver a la mente natural, como un niño, deshacerse del odio, la rabia, la envidia. Una vez en este tramo nos iluminará la compasión, que no es sinónima de bondad. La bondad es algo que podemos ejercitar, pero la compasión sólo es posible cuando el ego ha desaparecido del todo”.

Y según el Dalai Lama: "Al generar compasión, en cambio, el asumir el sufrimiento de otro, también se puede experimentar inicialmente un cierto grado de incomodidad, una sensación de que aquello es insoportable. Pero, el sentimiento es muy diferente porque, por debajo de la incomodidad, hay un grado muy alto de alerta y determinación, ya que se asume voluntaria y deliberadamente el sufrimiento del otro con un propósito elevado. Aparece un sentimiento de conexión y compromiso, la voluntad de abrirse a los demás, una sensación de frescura en lugar de desánimo."

Olvidemos un poco el amor perfecto y valoremos esas pequeñas cosas que nos pasan desapercibidas por hábito ó costumbre, o porque estamos demasiado ensimismados en nuestro ego pero que, reconociéndolas, dan sentido continuo a nuestro existir.
Sabemos que todos somos interdependientes y, sin embargo, luchamos por ser autodependientes. Decía Bucay que el camino de la autodependencia que devolviera el sentido a la vida, que habíamos perdido, empezaba por contestarse en este orden tres preguntas básicas: quién soy, adónde voy y con quién. El Amar da por sí mismo sentido a nuestra vida, sin esperar a que seamos correspondidos en ello; pero, como el amor perfecto lo consideraríamos imposible, cualquier grado que alcancemos participa en su justa medida de ese ideal. Aunque parcial e incompleto, siempre genera una fuerza capaz de mejorarnos a nosotros mismos y alcanzar a los demás, cualquier gesto, mirada, intención, etc. hacia cualquier ser vivo que origina un canal para transmitir y recibir.


Es necesaria la desacralización de lo divino y su búsqueda en nuestro interior, una vez eliminados los obstáculos que se interponen, estructuras mentales y sociales sobre todo. Tenemos que renovar el concepto de Dios y conocer en qué medida somos también dioses, pero sabiendo de qué hablamos.¿Quizá la fe y las obras no se refieren a uno mismo?, ¿ó deberíamos decir: "Ama a Dios, al prójimo y a todas las cosas como a ti mismo”?, ¡no más ni sobre todo!

Si presuponemos la Creación en su conjunto como obra de un acto de Amor, como lo es la Música, la Pintura, las Artes en general, cuyo impulso que las genera en lo profundo creo que está basado en el amor al sonido puro, el amor a la imagen pura y perfecta, la construcción de objetos en un intento de asemejarnos a lo que un día fue la construcción perfecta, aunque no lleguemos nunca a tal nivel y sean copias imperfectas, ¿no genera esa producción felicidad, no se acerca a la plenitud, es irreal, es mala, es innecesaria? ¿no producen felicidad y amor a los que las disfrutan? ¿no irradian lo mejor del ser humano? Esa intención, ¿cómo la llamaríamos? No será que pretendiéramos con ese acto creativo inundar lo existente por Amor a la vida?
Si pudiéramos ponernos en el lugar de un hipotético Dios, creado o no a sí mismo, para el que la Vida es la consecuencia lógica, ya que la nada es absurda, no es nada ni puede crear nada, ¿no quisiéramos hacer extensiva la existencia a una multiplicidad de seres para hacer patente ese amor, para multiplicarlo, para perpetuarlo? ¿No sería un gozo observar tan solo la belleza del Universo, y no sería egoísta quedárselo para sí, en soledad? ¿Habría un objetivo más puro y loable que esta pretensión?

Admitiendo la existencia del espíritu individual, de algún lado tiene que haber salido ¿quién los creó? ¿son todos iguales? ¿o es sólo un único espíritu extendido por todas partes? ¿es ilimitadamente extenso e intemporal? ¿se puede decir que para ese espíritu no existen ni el espacio ni el tiempo? Puede que esos dos conceptos sólo sean convenciones útiles y válidas para los seres corpóreos, finitos y mortales que somos.
No somos perfectos, y dejando un poco de lado el acto creativo de dudosas causas y fines, ¿podemos afirmar que por el hecho de no ser perfectos ello nos induzca a pensar que no deberían existir otros seres que si lo fueran? Si hemos sido creados ó manipulados genéticamente en un remoto pasado, pero no con el fin de que estuviéramos al mismo nivel de partida de quien o qué lo hizo, sino sólo dándonos unas herramientas para que lo consiguiéramos por nosotros mismos, en un plazo abierto, con infinitas vidas por delante… ¡el Universo no tiene prisa!

Comparto la idea de la ausencia de un rumbo claro en nuestra sociedad actual, bajo mi punto de vista creo que no se ha hecho más que retroceder en lo referente al verdadero sentido de la vida y que en un comienzo se disponía de ese bagaje, que al parecer ante la amenaza evidente que tales poderes y conocimientos fueran utilizados de forma negativa, sus defensores los encerraron bajo el epígrafe de esotérico, podría decirse que sólo debían revelarse tras duras pruebas de iniciación a aquellos dignos de recibirlos. Ese lógico ocultamiento está desapareciendo y debe difundirse ese caudal como medio de encaminar al hombre a otro nivel de conciencia.

¿No parece utópico hoy día, cuando estamos controlados casi del todo por esos poderes oscuros que no tienen ningún interés en perder su dominio? Quizá tengamos todos pendientes de llevar a cabo el “conócete a ti mismo”, sencilla frase pero poderosa, compatible con el vivir aquí y ahora con toda su intensidad, puede que en esa labor encontráramos la grandeza escondida del ser humano, nuestra conexión manifiesta con todo lo existente, que sigo pensando que tiene como eje absoluto el Amor y la consecución de la Felicidad para nosotros y para los demás.


Así que vive con amor, intenta limpiar el lastre del pasado, desconfía de la mente y permanece atento a un cambio de conciencia que está a punto de llegar y que producirá un ser humano distinto, vibrando en otra dimensión donde sólo habrá sitio para el amor.

martes, 30 de noviembre de 2010

Sobre la Vida Eterna

      

    Sólo podremos conseguir aquello en que creemos, independientemente de lo imposible que parezca, a pesar de que no haya pruebas tangibles. Si conseguimos sintonizar aunque sea fugazmente con el origen de todo, empezamos a vislumbrar la banalidad de nuestra vida, comienza a parecer absurdo que la vida termine con la muerte, y a tener certezas íntimas de que es precisamente todo lo contrario, que la muerte solo cierra una etapa de mayor o menor progreso tras la cual se acabó el sufrimiento, el lamento y el deseo propios de los seres materiales, para entrar en otra dimensión, la espiritual, pura energía que se reorganiza y que prepara sin prisas su próxima vida, con nuevos retos y objetivos.

 Si lo que estamos cuestionando es la posibilidad de la vida eterna, es imposible creo captarlo desde la óptica de afirmar de que no hay nada más allá de la muerte. ¿Qué podemos perder si creemos que existe la reencarnación, de que disponemos de infinitas materializaciones buscando la purificación de la chispa divina que se instaló en un comienzo, con el fin de que, ya limpiados de toda impureza, aspiremos a la disolución en lo absoluto? Como mínimo le daría un nuevo sentido a nuestra vida, la situaría en una espiral de intemporalidad.     
 La creencia en lo que de vida eterna tiene la reencarnación tiene como consecuencia que valoremos aún más nuestra existencia actual, única, irrepetible, con unos objetivos previos ocultos que tenemos que desentrañar y conseguir, ineludiblemente, distintos para cada uno, porque quedan muchos escalones que subir y no nos podemos permitir el lujo de malgastarla, no aprovecharla como parte de nuestra evolución. También me parece trágico saber que nos puede estar esperando un premio gordo, que sería conseguir en vida la liberación, el nirvana ó cielo o como queramos llamarlo, y no tener el valor ni capacidad suficiente para emprender ese camino, ni siquiera para aceptarlo.

   ¿Traemos condicionamientos y huellas dejadas por vidas anteriores que pueden haber motivado la elección de nuestro nacimiento en un momento y lugar determinados, con unas metas a superar? Ciertamente nos son desconocidas, pero no por ello menos importantes, ya que determinarán nuestro rumbo y qué experiencias debemos sufrir en nuestro proceso evolutivo. Visto así, es probable que necesitemos vivir el odio, la injusticia, el crimen, la maldad tanto como el amor, la justicia, la compasión, el Bien. Entonces, el propósito en nuestra vida será buscar la felicidad mediante el entrenamiento del intelecto y de los sentimientos. Las personas felices son más sociables, flexibles y creativas, más capaces de tolerar las frustraciones; esa felicidad está determinada más por el estado mental que por los acontecimientos externos. Tenemos que aprender que las emociones y comportamientos negativos son nocivos, primero para nosotros mismos y luego para los demás. Hay que apartarlos y cubrir ese hueco con estados mentales positivos. Sucumbamos a lo que nos ofrece la vida, sin perder de vista que todo lo que vivimos tiene un por qué profundo, hasta diríamos prediseñado por nuestra entidad para dar cumplimiento a sus objetivos de perfeccionamiento.

  Decía Sri Aurobindo:
" El alma del hombre es una chispa de la conciencia divina que descendió hasta la materia, y desde entonces ha tratado de liberarse a través del proceso ascendente de evolución; puede crecer lo suficiente como para poder salir a la superficie y dirigir y modelar su propia conciencia. Es también el canal a través del cual la conciencia divina puede llegar hasta los niveles inferiores de la naturaleza humana. El alma está, por un lado, en contacto directo con el Divino y con la conciencia superior, y por otro lado es el fundamento de la conciencia inferior, el núcleo escondido en torno al cual se construyen y organizan el cuerpo, la mente y la vida del individuo”.


Por todo ello no me gusta llegar a ningún trato con la vida, intento que no me trate; yo, en cambio, a ella, suelo tratarla muy mal, no le doy tregua; que no se quede quieta y estancada, que siga cada uno por su lado, que no me contamine, que no inquiete a mi muerte, que también camina a mi lado. Prefiero no encontrarme con las dos en el mismo punto y tener que optar por una de ellas. Tengo todo lo que necesito para vivir y aún muy poco de lo que necesito para morir!
 Mi muerte me da risa, sin embargo mi vida me pone serio. Sólo bromeo con la vida cuando me desvinculo de ella, y la veo desde más arriba advirtiendo su precariedad, su insuficiencia, su sarcástico patetismo, su fragilidad transitoria; entonces me río de ella y de su común banalidad, incluso la aplaudo a veces. Después, voy a su camerino y, tras felicitarla, comienzo a criticarle todo lo que está mal, sin piedad. Más tarde, ya en paz, me voy conmigo mismo a disfrutar de la vaciedad.

Pero... ¿qué he dicho este año?



Sobre Dios

A la hora de discernir por qué los dioses parecen demostrar comportamientos que para nuestro sentido ético son como mínimo incomprensibles ó reprobables, deberíamos delimitar claramente de qué dioses hablamos y de su relación con el hombre.

En todas las religiones y mitologías del mundo todo lo que existe se atribuye a un Dios eterno, innombrable, incognoscible, etc. que es el CREADOR del universo. En la mitología griega se le denomina Caos (vaciedad), en la hindú Vishvakarman, en el Popol Vuh maya de le denomina Tzakol, para los sumerios era Anu, en el mito babilónico de la creación es Marduk, en Egipto es Atum el que se libra del caos que le atenazaba y crea lo existente, y para terminar (porque la lista sería larguísima), en la Torah judía es YHVH, en la Biblia cristiana es Dios, y en el Corán Allah.

Bueno, digo esto porque casi exclusivamente en estas tres últimas, se adora al "dios" creador como el UNICO "dios", el mismo que aparece de principio a fin en sus textos oficiales y a él se atribuyen los máximos honores, omnipotente, omnisciente, eterno, suprema bondad y demás, y por todo eso no admite ninguna valoración ética posible por parte del hombre, está completamente fuera de nuestro alcance y lo único que puede hacerse es alabarle, adorarle y amarle sin resquicios, entregándose a él en cuerpo y alma.

En el resto _la mayoría_ de las mitologías, el Dios creador desaparece de escena, no se le adora en absoluto, se desentiende del mundo tras encargar su mantenimiento y desarrollo a otros dioses, y éstos a su vez a otros dioses menores. Por ejemplo, la mitología griega más antigua, Caos crea a Urano -el cielo_ y a Gea _la tierra_, posteriormente a Erebo _las tinieblas_, Tártaro _el oeste del oeste_, Nicta _la noche_ y otros más. Como eran muy promiscuos, de las incesantes relaciones entre ellos nacen los demás: Cronos, Titanes, Atlas, y una larga lista de dioses, que adoran porque controlan el destino humano, son los que arbitrariamente envían epidemias, provocan terremotos, inundaciones, deciden la suerte de las batallas, etc. Se les adora porque se les teme, se les invoca para que desistan de sus actos caprichosos respecto al hombre porque, al parecer, consideraban al ser humano como una creación perfecta y superior.

Pero, ¿en qué podemos ser superiores a esos dioses? ¿No será porque tenemos Moral , sentimientos y la capacidad de amar?

Creo que el Dios que se nos muestra en el AT. parece muy diferente al menos, desde mi visión, al  Dios que nos presentan otras alternativas y el NT., en su comportamiento ético y con unos fines ciertamente oscuros. Para ellos elige a un grupo, en detrimento de los demás coetáneos, y les presenta un nuevo formato de Redención para cuya consecución no tiembla al regalar un código moral y social meticuloso en el que, su cumplimiento, garantiza la salvación, y una tecnología muy superior a la época para llevarlo a cabo al precio necesario.

Pero ese Dios se sirve continuamente de una cohorte de intermediarios y armas letales para conseguir sus fines. ¿O es que los Elohim actúan por su cuenta disfrazados de un falso Dios y abandonan caprichosamente a su pueblo cuando ya no les son necesarios? ¿Quiénes son y qué quieren del ser humano?

No he encontrado equidad entre dioses y hombres, excepto en las sociedades primitivas que han llegado hasta hoy sin apenas contagio de las culturas desarrolladas. Para el hombre religioso de estas culturas, el espacio no es homogéneo, hay un espacio sagrado, el único que es real, que existe desde el momento en que lo sagrado se manifiesta; entonces el mundo viene a la existencia, proyecta un Centro en el Caos y se abre comunicación con lo trascendente. Para este hombre, si el mundo y el hombre existen es porque los seres sobrenaturales han desplegado una actividad creadora en los comienzos; el hombre de hoy es el resultado directo de los acontecimientos míticos; es mortal porque algo ha pasado “in illo tempore”, la humanidad fue creada como un modelo de perfección, pero cayó, es decir, fue propulsada hasta un mundo y un cuerpo cada vez más físicos.

   Entonces, este hombre ancestral, para restaurar la igualdad perdida, reproduce exacta y periódicamente mediante ciertos ritos ese tiempo sagrado. Reintegrar el Tiempo Sagrado del origen significa hacerse contemporáneo de los dioses, y emular sus poderes. Los mitos les enseñan como repetir los gestos creadores y, al hacerlo se ponen a su altura. Por ejemplo, hacer fuego, fabricar un arma de caza o construir una cabaña, son para ellos actos sagrados porque así lo hicieron por vez primera sus dioses y lo enseñaron a sus antepasados. En ese momento, el hombre recupera su esencia original y se hace igual a los dioses.

Generalmente, en estas sociedades primitivas, aunque con diferencia entre ellas, se distingue en primer lugar un Dios creador del universo, todopoderoso, pero que no es quien crea al ser humano. Supuestamente, este Dios delega el mantenimiento y conservación de lo creado en unos demiurgos. Es más fácil de entender este concepto en el induísmo (cuyos textos se remontan a miles de años de antigüedad) y aquí se dividen en tres: Brahma, el que organiza la materia y "duerme", Visnú, el que conserva, enjuicia y salva, y Shiva, encargado de la disolución, éstos son los que crean a otros dioses menores y al hombre.

Muchas de estas sociedades primitivas aseguran que en un momento determinado, bajaron del cielo unos seres que les entregan a sus antecesores su sabiduría y todos los elementos de la civilización, astronomía, escritura, confección de ropas y armas, etc. Para estos hombres no hay historia ni evolución, porque consideran que ya en un principio se les entregó todo lo que había que saber; así, este hombre, no cambia nada de aquello, y la forma de mantener intactos sus poderes y conocimientos es actualizar permanentemente ese momento primordial e idílico mediante sus ritos Es esta línea de actuación la que los hace iguales a sus ascendientes y a los dioses que los enseñaron.




viernes, 12 de noviembre de 2010

Frases y proverbios para detenerse ...




Aquello que somos hoy procede de nuestros pensamientos de ayer, y nuestros pensamientos del presente forman nuestra vida del mañana. Nuestra vida es la creación de nuestra mente.
  Buda.



El pasado está muerto, el futuro es imaginario, la felicidad sólo puede existir en el Momento Eterno de Ahora.
 Ken Keyes, JR.



La intuición no se piensa, se escucha; pensar es buscar y escuchar es encontrar; el que busca no suele encontrar. El proceso pasa por relajarse y dejarse llevar; cualquier cosa que se te ocurra en el instante que te haces la pregunta, por absurda que parezca, te da la clave para encontrar la respuesta.
  Eric Rolf.



Las circunstancias difíciles (...) parecen ser altamente desfavorables para la práctica del crecimiento espiritual. Sin embargo, para quienes están transformando sus puntos de vista, especialmente si lo hacen mediante el cultivo de la mente despierta, esas situaciones se convierten en un estímulo para la consecución de la práctica.
  Gueshe Rabten.



Aunque una persona sea muy inteligente y poderosa, si no ama a los demás tarde o temprano tendrá dificultades para satisfacer sus deseos.
 Gueshe Kelsang Gyatso.



Somos miembros de una vasta orquesta cósmica en la que cada instrumento viviente es esencial para la interpretación armoniosa y complementaria de todos.
 J. Allen Boone.



Las personas con las que tenemos una relación siempre son un espejo que refleja nuestras propias creencias, y de forma simultánea nosotros somos un espejo que refleja sus creencias.
Así pues, las relaciones son la herramienta más poderosa para crecer... si observamos honestamente nuestras relaciones podemos ver mucho sobre cómo las hemos creado.
 Shakti Gawain



Eso que me oprime, ¿es mi alma intentando salir al exterior o el alma del mundo llamando a mi corazón para poder entrar?
 Rabindranath Tagore.



Si caminas de la mano de los sentimientos, unificas tus estados emocionales, mentales y corporales. Cuando intentas luchar contra ellos o negarlos te separas de la realidad de tu ser.
 Jane Roberts.



Si dependes de alguien para tu felicidad te conviertes en un esclavo, en alguien dependiente que crea ligaduras. ¡Y tú dependes de tanta gente! Todos ellos se convierten en sutiles maestros que a cambio te explotan.
 Bhagwan Shree Rajneesh.



El sufrimiento sólo duele porque le temes. El sufrimiento sólo duele porque te quejas de él. Te persigue sólo porque te alejas de él. No debes huir, no debes quejarte, no debes temer. Debes amar ya que sabes muy bien que dentro de ti existe una magia única, un poder único, una salvación única y una felicidad única, y a eso se le llama Amor. Así pues, ama tu sufrimiento. NO te resistas, no huyas de él. Saborea lo dulce que es en esencia, abandónate a él, no lo recibas con aversión. Es sólo tu aversión lo que te hace sufrir, nada más.
 Herman Hesse.



No temas ser excéntrico en opinión, pues cada opinión aceptada hoy, fue una vez excéntrica.
 Bertrand Russell



El verdadero coraje es tranquilo y relajado. El más valiente de los hombres es el menos brutal e insolente, y en un momento de peligro es el más sereno y libre.
 Shaftesbury III



Si persigues el mal con placer, el placer pasará y el mal quedará, si persigues el bien con esfuerzo, el esfuerzo pasará pero el bien quedará.
 Cicerón



La mayor felicidad del hombre... es haber probado lo cognoscible y reverenciado tranquilamente lo incognoscible.
 Goethe



"Mucha gente pequeña, en muchos lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, cambiará la faz de la Tierra”
  Proverbio africano



"Cuando hayas de elegir entre varios caminos, elige siempre el camino del corazón. Quien elige el camino del corazón no se equivoca nunca"
 Proverbio sufí



Bendito aquel que lleve un dios en su interior, un ideal, al que obedezca.
 Louis Pasteur



Las palabras, lisa y llanamente, fuerzan y dominan el conocimiento y lo sumen todo en la confusión, y arrastran al hombre hacia innumerables e inanes controversias y fantasías.
 Francis Bacon



Cuando estés triste, mira de nuevo en tu corazón y verás que, en verdad, estás llorando por aquello que fue tu placer.
 Khalil Gibran



Cuando la mente está poseída por la realidad, se siente tranquila y feliz, aunque no suene la música de una canción, y produce una fragancia pura, aunque no haya incienso ni té.
 Hung-tzu-Ch'eng



No hay nada mejor que descansar después de no hacer nada; la pereza es descansar antes de no hacer nada.
 Proverbio Chino



No digas todo lo que sabes
No hagas todo lo que puedes
No creas todo lo que oyes
No gastes todo lo que tienes

porque...
El que dice todo lo que sabe
El que hace todo lo que puede
El que cree todo lo que oye
El que gasta todo lo que tiene

muchas veces...
Dice lo que no conviene
Hace lo que no debe
Juzga lo que no ve
Gasta lo que no tiene.
 Proverbio árabe.



Hay hombres que luchan un día y son buenos; hay otros que luchan un año y son mejores; hay otros que luchan muchos años y son muy buenos. Pero están los que luchan toda la vida, y esos son imprescindibles.
 Bertolt Brecht



Bueno es ir a la lucha con determinación,
abrazar la vida y vivir con pasión,
perder con clase y vencer con osadía,
porque el mundo pertenece a quien se atreve y
LA VIDA ES MUCHO para ser insignificante".
 Charles Chaplin



Cuando joven alégrate de la tranquilidad del anciano.
Por grande que sea tu gloria, sé indulgente en tus maneras. No presumas de lo que sabes, no estés orgulloso.
 Nagarjuna



Debes ser el cambio que quieres ver en el mundo.
 Mahatma Gandhi



Todo pensamiento inteligente ya ha sido pensado; lo único que hace falta es intentar pensarlo de nuevo.
 Goethe



Cuando no se piensa lo que se dice es cuando se dice lo que se piensa.
 Jacinto Benavente



Perdona rápido, besa lento, sin prisa y con suavidad, ama de verdad, no dejes de sonreír, no prometas imposibles, ten compasión del desvalido, busca el murmullo de los bosques, contempla los atardeceres, huye del bullicio insustancial, cierra tus oídos a lo intrascendente, vuela en tus sueños, pero ten tus pies firmes en la tierra… ¡qué corta es la vida, pero cumple con ella!

miércoles, 13 de octubre de 2010

PALABRAS: Tiempos de Adolescencia; Conversación entre Tinieblas; La Liberación.

TIEMPOS DE ADOLESCENCIA

Fue hace tiempo, en un campo joven y destellante de cálidas luces, allí donde brotan los olivos de tierra roja, donde crecen las zarzas en las orillas de los caminos, donde la carretera hace una curva y se pierde en la arboleda. Por el mismo sitio por donde pasaban las aceituneras a la vuelta del trabajo. Aún recuerdo sus penetrantes voces y sus canciones y baladas por el amor de un joven. No olvido los rostros de los hombres del pueblo, curtidos por el sol, ni el olor penetrante del alquitrán que pusieron por primera vez, ni las verdes lomas perdiéndose en el horizonte, ni aquellos pájaros reposando confiados en el tendido eléctrico. Pueden pasar años que no olvido el lugar donde encontrar de nuevo las matas de poleo, detrás de las junqueras que ya tampoco están, y la triste imagen de ver la margarita recién cortada marchitándose poco a poco. Me dijeron por qué ataban las patas delanteras a un potro joven, cómo hacer que la mula no se cansara de acarrear tanto peso, mientras notaba el nerviosismo de las hormigas al cogerlas entre los dedos. Pude saborear el pimiento de la huerta recién cogido, después de lavarlo con agua de pozo, distinguir las hierbas aromáticas escondidas, el olor a azúcares de un amanecer de verano, el saludo alegre de la espiga, el empuje del viento que hace tambalear el naranjito de mi casa. No quiero que de mi mente se borre ese pasado de sensaciones pueriles, ¿Cómo dejar a un lado la frescura del azahar, la fragancia de la rosa, el arrebato de la madreselva? ¡Cuánto vale el aroma del campo mojado, la mirada inocente de las reses, los ladridos lejanos de los perros de caza, la bandada de patos que pasó!

¡Que aventura el paseo silencioso por esos caminos, con una cuarta de polvo! Cualquier cosa me hacía sonreír: aquellos descarados lagartos atravesando presurosos la senda para desaparecer en un segundo entre las matas, confundidos con su verdor, observándome por si les resultaba peligroso; sorteando las grandes piedras o los troncos de olivo podridos que impedían el paso; a cada momento, el zumbido grave de una abeja que te curioseaba mientras evitaba aplastar una mariposa. Pero en estos caminos, la huella del hombre no pasaba desapercibida, largas e interminables alambradas, oxidadas y desafiantes, y decididas arañas tejiendo sus telas entre ellas; en los postes, extensos racimos de caracoles hacían su vida en cada una de las hendeduras de las estacas, compartían su existencia con las orugas, las crisálidas, las moscas de caballo… y no se preguntaban como nosotros la razón de su existir, sino que vivían con intensidad sin desperdicio y eternizaban su memoria en millares de descendientes.

No lejos había un cruce de caminos, siempre tomaba el que iba en dirección sur porque rebosaba de vida, lo atravesaban pequeños hilillos de agua en los que crecían cañaverales y culantrillos, chumberas y moreras, y toda una variada gama de insectos multicolor, de pequeños y graciosos pajarillos. Cuando quería ir más lejos cogía la bicicleta… sorteando los charcos me caí muchas veces. Descansaba después a la sombra del eucalipto y estrujando una hoja aspiraba su perfume, más allá había almendros y me acopiaba de almendras crudas, también membrillos y ciruelos, todo lo probaba quizá por primera vez. Allí, casi a escondidas, encendí mis primeros cigarrillos celtas, seguía a las hormigas hasta su cueva hasta casi toparme con una abubilla que no había visto. Pasado el verano, días después de llover íbamos a veces con un bote a coger alúas que, junto con los grillos los usábamos como cebo para las costillas con las que después, al amanecer, intentábamos capturar alcaudones y zorzales, casi siempre con mala fortuna. Me conmovió la mirada de uno distraído que cacé, tanto que nunca más puse las trampas.

El sendero que iba hacia el este era muy seco, tenía marcado como a fuego el dibujo de las ruedas de los tractores; entre ellas se adivinaban pisadas de bueyes y excrementos de burro: se dirigían a los cortijos. Aún era más seco el camino que iba al oeste, con un polvo amarillento, fino e intenso que flotaba en el aire tras removerlo, como del más inhóspito desierto, que atascaba la nariz y se metía en los ojos, ponía el pelo blanco y te hacía toser, no se podía respirar. Por allí se iba a la “verea”, un verdadero bosque junto a la vía del tren con toda clase de frutales, allí nos confeccionábamos nuestros tirachinas de olivo, seleccionábamos las ramas que nos servirían para los arcos, nos fabricábamos las flechas con un tapón de cerveza aplastado en su punta y unas cuantas plumas de paloma en el extremo, si no teníamos tabaco, nos fumábamos las raíces porosas y los puros de las aneas, para quitarnos el mal sabor buscábamos alguna sandía olvidada… reíamos por todo, éramos casi libres, cuando fuimos felices.

¿Puedo olvidar todo esto, ahora, en mis años de libre reclusión, lo que significó esa libertad? ¿Podré pisar de nuevo esos caminos aunque la acción del hombre los haya borrado? ¿Puedo ser hombre y olvidarme de que fui niño?




CONVERSACIÓN ENTRE TINIEBLAS

_¿Que te pasa, Manuel? ¿estás mal? ¿por qué estás tan serio? ¡Por favor, dime algo! ¿puedes hablar?
_No sé la fecha, jamás podré saberla.
_!Vamos! ¿Qué dices? ¡Venga, levántate hombre! N o seas así, olvídate de todo eso. No me hagas esto, soy tu amiga… ¿lo soy? Si necesitas hablar, dime lo que te pasa. No soy nada ahora, ¡escúchame! Figúrate un espejo, yo soy ese espejo; compórtate como si hablaras con él. Haz lo que quieras, habla, ríe, llora, pero ¡aleja esa expresión de tus ojos! Esa frialdad… ¡apártala! ¡levántate! Por favor, debes decírmelo, yo también tengo problemas, ¿sabes? Es tu egoísmo que debes olvidar, tu problema es la soledad; no tiene otra solución que la confianza, ¡compártelo conmigo! ¡no te destruyas así! ¿confías en mí?
_No sé la fecha de mi suicidio, eso es lo que me preocupa. No sé cuándo he de hacerlo ni en qué situación. Ese es mi temor y mi ansiedad, amiga, el no pode definir el día de mi muerte. ¿no comprendes? No seré libre si no puedo fijar esa fecha. Lo he intentado ya y nada ha ocurrido… ¿sabes por qué? Porque no me conozco, soy más imperfecto que nunca, no soy nada, pura posibilidad, no puedo ahora morir si quiero… ¿es eso libertad? ¿la tendré alguna vez? ¿Tendré la suficiente fuerza para ser rígido y no como un papel, para precipitar el fin sin que haya motivos para que me parezca absurdo? Este es otro temor: que la llegada a mi personalidad sea definitiva.
_Pero, ¿no comprendes que siempre tendrás causas por las que vivir, nuevas cosas que conocer, gente a la que amar? ¿cómo puedes despreciar todo eso? No puedo verte así, dime que se te pasará, ¿puedo salir de aquí sabiendo que te veré mañana?
_Quizá, pero te digo que nada de mí puede decirse con seguridad; que soy la hoja de un árbol que cae y que nadie sabe dónde lo hará, que soy como la lluvia, no se sabe cuándo aparecerá; o como un animal herido y moribundo al que le restan minutos de vida y que busca desesperadamente su lecho definitivo; o como aquel ave de rapiña que se aleja hacia otros horizontes donde la visión sea más clara… y a ninguno de ellos les basta su tiempo. Necesitan continuamente nuevas oportunidades, otras opciones de accionar pulsadores en computadoras que den resultados ciertos. Mi inseguridad es como el trazo del dibujo de un niño, a veces torpe y torcido, y no sé apreciar esa maravilla. No ostento la caída firme de un felino, ni la perfección de la ninfa, ni el olfato del ciervo, ni la determinación de la hormiga; son cualidades que no poseo para poder llamarme hombre, ni el niño ni yo las tenemos.

Cabizbaja, ella se fue; me quedé sentado en aquel banco, en un aire ocioso, cargado de monotonía, rodeado de muros y paredes revestidas de lacónicas capas de pintura. Anduve, y ya cansado del andar silencioso, me introduje de nuevo en la esfera elíptica de la vida cotidiana, saboreando con disgusto el agrio sabor de las palabras mal expresadas, de los gritos contaminados, de los techos que ocultan el ocaso, del vano mundo de frivolidades y esperas sin tiempo.



LA LIBERACIÓN

El ojo del gran volcán permanece abierto para la salida de la presión, gases calientes, rojas erupciones, lava despeñándose. Todo es destrucción, calor, actividad y regeneración. Sin embargo, hay un sitio helado entre tanto fuego, entre esos miles de grados emerge la existencia de un minúsculo bloque de hielo, empeñado en no dejar su sitio a la viscosidad ardiente. Permanece allí para que todo no sea caos y fusión, quiere mantener su temperatura bajo cero aun rodeado de fuegos permanentes; porque todo estaría perdido, no puede faltarle a la vida ese contrapunto de mesura y paz que irradia, sería una esperanza decepcionada, a pesar de encontrarse entre toneladas de masa en ebullición. De ese hielo no se funde una sola gota, no pierde su imagen y pureza por más tiempo que pase, aun estando solo.

Ese frío me penetra más que todas las llamas juntas, me hace pensar que todo ese escenario de destrucción no sirve para darme calor. No es como el viejo brasero que me calienta los pies en los días de invierno, soy insensible a él, está lejano y tras una gruesa pared. Cuchichean entre ellas las explosiones y cierro mis oídos para escapar de su embrujo y destrucción, no fuera que me conviertan en escoria sin vida.

No obstante, ese trozo de hielo es mi aliado, mi amigo frente al mundo. Hasta puedo fundirme e introducirme en él aumentando su potencia. Sólo mis ropas quedan fuera de tal conversión, no las necesitaré ni tampoco los objetos que me acompañaban. Ya no estarán a mi despertar, donde habrá que irrumpir desnudo y volátil. Mi alma mortal aún se quedará conmigo un poco más, la inmortal me esperará en otro lugar. Pasarán el alma que quisieron imponerme, la que aprendí a alimentar, la que olvidé en mi infancia, la que viene de mis padres, todas sucumbirán y me dejarán reposar; morirán porque ya no las deseo. Sólo ésta mortal, que también soy yo, no me abandonará hasta que fallezca la última célula de mi cuerpo, en ese momento se sentirá débil y dormida, no podrá pasar a otra dimensión, ni ir al cielo, ni permanecer flotando en el futuro; este alma mortal será tragada por los gusanos, los mismos que devorarán mi corazón, mi cabeza, mi inútil cuerpo. Y no habrá recuerdo de ella, no se la buscará entre las tumbas, su nombre se habrá esfumado, ya no podrán clasificarla como me hicieron a mí.

Una vez unidos, saldremos mi alma inmortal y yo del trozo de hielo derretido, ya liberados, sin temor al castigo perpetuo, sin represión, sin tener que reprimir mis palabras, sin tener que esconder mi amor. Entonces, ya nunca será frío insensible, será agua limpia desbordada, como un torrente de montaña en el deshielo. Ese antiguo trozo de hielo recuperará su nombre, honrará al hombre puro, aunque pueda luego convertirse de nuevo en un número, una anotación, una hipótesis, ¡qué más da!

domingo, 10 de octubre de 2010

PALABRAS 2ª PARTE "El aprendiz de ignorante"

Nota a esta edición.

He estado tentado a no incluir aquí algunos de los relatos que siguen, si se les puede llamar así, porque al paso inexorable del tiempo hay que añadir un alto grado de bisoñería e inmadurez. Pero no sería justo conmigo ni con aquellas personas con las que disfruté de momentos inolvidables, vivencias que dieron pie a esos escritos, todos basados en experiencias reales. Por ello pido a los posibles lectores que no juzguen su calidad literaria, ni la mediocridad de la técnica, ni el indeciso curso de su desarrollo; en todo caso, valoren la idea de fondo que subyace, o la intención y la causa que las provocan. Ninguno de ellos pasará a la historia, pero están en “mi” historia, especialmente el más largo de ellos con estructura de cuento: “La historia del bolso que nadie quiso”; es más valioso que una parte de mi cuerpo, significó un punto y aparte en mi pensamiento y en mi forma de ver el mundo.

10 de Octubre de 2.010



EL APRENDIZ DE IGNORANTE

El aprendiz de ignorante era un tipo raro. Pensaba y pensaba creyendo que eso era lo más importante. Y ahí, en esa vida preguntona y ensimismada asentaba los cimientos de todos sus actos. Ni los que le conocían sabían nada de él; muchos renegaban de su presencia como si estuvieran ante un perro maloliente. Nunca supo lo que opinaban de su imagen ni qué juicios emitían sobre su personalidad. No creyó que consiguiera alguna vez un amigo de verdad, porque en los turbios terrenos de su mente no cabía completamente tal posibilidad. Siempre dudó qué hacer, qué le convenía, cuál era el paso decisivo. Tampoco estuvo seguro de su piel por algunos años. A veces se confundió con el aire, con el suelo, con las telarañas intactas de una casa abandonada; se identificó con todo para así renegar de sí mismo. Sabía que en alguna parte todas sus experiencias quedaban grabadas, y le obsesionaba no poder recordarlas cuando era necesario. Alguna vez tuvo ira, alguna vez gritó y protestó; en esas ocasiones tan escasas y distantes concentraba toda su indolencia.

Poco más se puede decir de él, era alguien tímido que esquivaba las aglomeraciones de gente, especulaba sobre su propia imagen a pesar de no tener jamás comprador. No hablaba si no se le pulsaba la tecla adecuada, no cantaba para nadie a pesar de tener buen oído y voz; amaba la música, y una de sus obsesiones era su dificultad para tocar algún instrumento. Ocultaba de esa manera todo aquello que los demás hubieran apreciado y mostraba, al contrario, su terco silencio, su alejamiento del mundo, la vanidad y el orgullo que pudiera tener; en fin, sólo lo negativo, no gustaba de satisfacer a nadie con sus virtudes ocultas y calladas. Era desconfiado, incluso egoísta, pero a veces generoso en extremo, tan cambiante que ni conocían sus puntos débiles. Simulaba pasividad, indiferencia, frialdad. Temía ser el centro de atención o llegar a ser el mejor en algo, se sentía a gusto siendo un segundón, con la cabeza baja tras los hombros del primero. A veces, cuando su estatura le hacía sobresalir de alguien, se encorvaba o se sentaba. Su aspecto era desaliñado, su color era el gris; era un amante de los números, sabía hacer rápidos cálculos pero no era un calculador prodigio. Tremendo aficionado a la soledad, pasaba sus ratos más amargos en ese estado, y también sus ratos más felices. En su intimidad solitaria se sentía seguro, pero nervioso, inquieto, tremendamente laborioso. Sentía pánico al sentir sus latidos, porque esto le hacía suponer que llevaba demasiado tiempo oyéndolos, y no tardaría mucho en sucumbir. Era un poco idólatra de sus cosas, las confundía consigo mismo, y le causaba gran dolor prestarlas y perderlas. Por eso mismo, daba lo que tenía, para combatir ese egoísmo.

Tremendo espectador, consumía su tiempo en ver, observar los actos de todos, sus reacciones y debilidades, los movimientos de las plantas, de los pájaros, de las nubes, todo lo que su vista formidable podía captar; asímismo, su gran deseo hubiera sido la de ser ciego a voluntad. Era pura contradicción, apreciaba tanto lo malo como lo bueno, y lo atribuía a su deprimente indiferencia por decidirse, seguro en su vida cautelosa de la que pendía su independencia. Todo lo basaba en la no impulsividad. Viajaba a menudo más allá de lo real, o de lo que parecía real, investigaba las causas de las cosas; se convertía así en un ente metafísico un poco brujo, que argumentaba con preguntas los por qué de los demás, dejándolo todo latente. Amante de lo inhóspito hasta el masoquismo, tan acostumbrado a estar solo que él mismo se producía su dolor.

Todas estas explicaciones son tema inerte si no se comprende cual era su vocación: no era tanto un devorador de libros como in intruso pesado en los caminos de la razón; su ciencia, no era objetiva, era la subjetividad que provoca el repliegue interno, las definiciones sin lógica, las respuestas imposibles de averiguar. Ahondaba en los senderos de su callada imaginación, superando el diálogo, iba más allá de toda conversación infructuosa. Aun así, era práctico, eludía las palabras innecesarias y al no poder encontrar las justas y apropiadas, pocas veces se encontraba en disposición de exponer su opinión.

Intentaba saber más y más de sí mismo, pues en principio se lo propuso como única tarea de utilidad. Pero al tiempo comprendió que el conocimiento de sí mismo lo impulsaba cada vez más lejos de los demás, siempre imprescindibles para comparar. Dudaba de la idoneidad del saber, de lo negativo de la ignorancia. Entonces recordaba el proceso de su juventud, aquellos años que con saber dos cosas creía poseer el mundo, con dos cosas estimaba abarcar todas las soluciones, después de desarrollarlas y deducir los conceptos y misterios por los que se rige el mundo. ¡Qué fácil era entonces! Con una sola idea podía abarcar todo lo sensorial y lo material. Con la otra recorría los esquemas de su cerebro, era psicólogo y filósofo a la vez. Se creía satisfecho de tener al mundo atrapado suponiendo haber llegado al conocimiento no explicado, desconocido, frente aquel impuesto después de tantos siglos.

Ahora, todo se había complicado, su confusión respecto al mundo trascendía a todo, su ansia espiritual conducía a un lamentable estado de impotencia, negación del saber, renegar de la comunicación… pero ¿cómo lograr no saber? ¿cómo llegar a ignorarlo todo? Así declaraba entonces: “Seguí un camino para apropiarme del mundo, y ese camino consistía en tener algo seguro. Ese camino me trajo fracasos, contradicciones, empequeñecimiento de mi naturaleza, disminución de mi persona. Mientras más creía saber más ignoraba, todo era inquietud”. La única alternativa era aprender a ser ignorante, llegar a no saber nada, a olvidarlo todo; no saber para no desear saber más, empezar desde cero cada minuto.

El aprendiz de ignorante no era un genio ni un idiota, ni un letrado ni un analfabeto, ni un monstruo ni un ángel, ni un héroe ni un cobarde, ni hombre ni mujer. Sólo un ser vivo repleto de nada. Más bien era un malentendido, una mente prostituida, un paranoico de la indiferencia, un amigo de la demencia, refugiado en el absurdo, en lo incomprensible, en lo ingenuo, en lo innecesario. Se había convertido en virtuoso de la frustración.

lunes, 4 de octubre de 2010

CARTA ENCONTRADA

CARTA ENCONTRADA (1.982)

Hay días en que hubiera sido mejor quedarse en la cama, a todos nos ocurre, te invade una sensación de ahogo y ansiedad cuando todo empieza a ir mal y se precipitan los acontecimientos, no sabes qué pasa. Tienes que arreglarlo lo antes posible, por lo que suele funcionar buscar una tarea que exija concentración. Entre los apuntes y temas de estudio, y con la intención de archivarlos o eliminar aquellos ya sin interés, encontré esta carta o, más bien, “declaración de amor”, no me acordaba en absoluto de ella desde aquel día, me dejó sorprendido la convicción y sinceridad que emanaba, independiente de su parca técnica y lo sencillo del lenguaje ¿Pensamos el sentimiento? Si el sentimiento es fuerte puede llega a ser aún más real que el pensamiento, más indeleble y menos pasajero… ¿tiene otro origen y otra función en la vida?.



“Quisiera decirte lo que pienso, tantos recuerdos y visiones que me inundan. Te veo en todas partes, creo que te encontraré en cualquier lugar: todo me recuerda a ti. Paso por los sitios en que tantas veces hemos estado, recuerdo todas tus cosas, tus ideas, tus manías, tu inmenso cariño siempre esperando lo mejor de mí, siempre esforzándote por comprenderme. Y yo, desgastado como un papel viejo, tan despistado de todo lo que significas para mí, enmarañado en una red de contradicciones abstractas, vagando en un no existir incomprensible.

Te sigo viendo, necesitando tu ser entero en todo momento, oírte hablar mientras sé que me quieres, mientras construíamos una vida. Pero yo, aislado en mi tumba no sé por qué capricho endemoniado, quizá negándome a mí mismo ignorante de mi tesoro, temiendo cuando nada tengo que temer, cuando sólo la sinceridad y la entrega son válidas, ahora sabiendo qué maravilloso es ser tu amigo, qué feliz hecho fue encontrarte, aprender de ti como aún hoy… ¿qué es sentir la vida sino amarla junto con su libertad para amar?... porque no hay barreras, no puede haberlas entre nosotros.

Me siento decepcionado, haber perdido aunque hayan sido segundos de tu amor, de la unión contigo en cuerpo y alma. Quiero luchar por conseguirte de nuevo, para restablecer la paz y la felicidad, intentar desnudar los sentimientos, la verdad y la ilusión para ti.