miércoles, 3 de septiembre de 2014

Persona: cree en ti (Leo Buscaglia)


  
La vida es un largo viaje y cada uno de nosotros solo posee una existencia para viajar. Ventearemos nuestro camino, continua e incansablemente, moldeando, desarrollando y modificando nuestro indefinido curso, realizando actos irrepetibles, en una senda por la que no volveremos a pasar. Cada momento nos acerca más al final del viaje y, cuando lo alcancemos, perecerá un vago y nebuloso recuerdo en nuestra mente… algo inexplicable, cual un sueño interrumpido, intuido, pero olvidado a medias y, al parecer, sin propósito.

Mientras continuemos del todo conscientes, mantendremos el proceso de asimilar lo que nos rodea y darnos una interpretación del mundo. Éste es un proceso continuo; nos desarrollamos hasta el extremo en que nos vemos forzados, deseamos o somos capaces de adaptarnos a ese alud de nuevas experiencias. En cada estadio de nuestras vidas, seremos requeridos para llevar a cabo reajustes personales en lo referente a nuestro mundo cambiante, a medida que nos enzarcemos cada vez más en el proceso activo de hacerlo nuestro. Nuestro principal desafío en este proceso radica en descubrir, desarrollar y conservar nuestra individualidad. Hacer esto requiere que seamos plenamente conscientes, sensibles y flexibles.

Ahora poseemos suficiente conocimiento del potencial de lo que es el ser humano como para superar el odio, el miedo, el dolor, el hambre, la guerra y la desesperación. No se debe mirar hacia atrás, no somos prisioneros del pasado. Podemos partir del punto en que estamos. Nos bastamos para ello. No existen “otros” a los que echar la culpa: cada uno de nosotros es el otro. Nosotros somos ellos. Cuando las cosas no se hacen, todos somos culpables; cuando domina la incomprensión, somos nosotros quienes no comprendemos; cuando nos encontramos en un estado de dolor emocional o tensión, somos nosotros quienes hemos elegido estar así. Si no nos convertimos en todo lo que somos, es que no estamos cambiando.



Pero la personalidad no realizada reclama nuestra atención. No puede ser ignorada durante demasiado tiempo. Nos fuerza, o bien a marchar hacia delante o hacia atrás, o a vivir en la confusión, la ansiedad y la frustración. Somos conscientes de que nos falta algo y de que sentimos una desesperada necesidad de descubrir qué es. Nos vemos impulsados hacia el desarrollo a pesar del hecho de que, en el mejor de los casos, las recompensas se hallan envueltas en las brumas de la ilusión; que siempre parecemos mal preparados; que hemos fracasado con frecuencia en el pasado; que el intelecto nos engaña; que la emoción nos confunde y que continuamente en nuestro camino se interfieren los otros viajeros.

Como personas en plena realización, sabemos que tenemos derecho a ser lo que somos, incluso aunque lo que seamos no sea compatible con lo que nos han enseñado a ser. Tenemos derecho a elegir nuestra propia personalidad, aunque ésta sea diferente a la de los demás. Tenemos derecho a sentir como lo hacemos, aunque estos sentimientos sean desaprobados por quienes nos rodean. Eso no significa que tengamos derecho a imponernos sobre los demás. Significa que tenemos derecho a elegir, a desarrollar y a vivir congruentemente con nosotros mismos y a compartir sin tener que disculparnos.

Debemos alentar el impulso a la autorrealización de una forma que sea buena, amorosa, dichosa, paciente y disciplinada. Debemos afirmarnos a nosotros mismos. Ya no somos marionetas a las que manipulan unas poderosas fuerzas exteriores, nosotros mismos nos hemos convertido en la poderosa fuerza. Nadie que esté tratando de ser él mismo, se verá libre de experimentar situaciones trágicas: las circunstancias externas continuarán frustrando nuestro camino. Esto es otra forma de decir que las personas en plena realización se sirven por igual del dolor y la dicha para determinarse a sí mismos. Pueden abandonar la responsabilidad de sus vidas a unas fuerzas exteriores, como la sociedad, la familia, amigos o amantes, o bien pueden asumir la agridulce responsabilidad de su propia autocreación.



Sea lo que sea la inmortalidad, queda asegurada por una continua participación en el proceso de producción. Gracias a nuestros actos, las cosas cobran más importancia. Merced a nuestra existencia el mundo se ha hecho más importante. Con ello no queremos decir que estamos obligados a hacer algo grande. Solo debemos hacer aquello para lo que estamos capacitados, pero eso sí, hacerlo bien; algo que conduzca al bien, a la alegría, a la comprensión. Es este conocimiento de la capacidad de uno mismo para contribuir a la universal, continua e infinita productividad lo que añade especial significado a nuestras vidas y alienta nuestra mortalidad.

Dado que no existen límites al potencial de la cualidad de persona, esta obra no tendría fin. La búsqueda de una plena humanidad se halla en el proceso de tratar de llegar a cierto sentido personal en las contradicciones, de intentar desenredar las presuntas complejidades, de forcejear con las imperfecciones, se sobreponerse a las incertidumbres y de revelar la magia de una forma activa. Nuestro deseo consiste en hacernos de nuevo. El poder individual se halla en cada uno de nosotros. Podemos utilizarlo cuando lo deseemos, nunca muere, simplemente yace dormido.

La vida está siempre dispuesta y abierta, y a nuestro lado, para compartir sus recursos. Simplemente aguarda a que la abracemos. En cualquier momento dado permite empezar de nuevo. Intenta siempre guiarnos para que nuestras personalidades sean activas y alcancen la plena realización, puesto que, de ese modo, se puede realizar a sí misma. Solo la vida engendra vida. Armados con la vida de nuestra parte, y de toda una existencia para experimentar, las probabilidades se hallan de nuestro lado. No hay nada que temer.


Tu cualidad de persona es real; es tu más valiosa posesión. Mientras esa cualidad permanece con vida, puede crecer indefinidamente, desarrollarse y cambiar. Se génesis es un milagro, que por un momento toma la forma llamada , y luego sigue su camino. Despreciar ese milagro puede ser un crimen imperdonable. El impedir que se actualice a sí misma equivale a condenar tu papel en el necesario proceso de que la vida se recree a sí misma.


Leo Buscaglia – Ser persona

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