jueves, 22 de marzo de 2012

Si agarras un puñado de arena e intentas retenerlo apretando el puño se te escapa; si abres la mano la arena deja de caer (Guillermo Castillo)



Cualquier proyecto en sus inicios lo podríamos comparar con un recién nacido. Esto quiere decir que necesita y debes darle aceptación incondicional, entrega total, cariño infinito y atención plena. Igual que un bebé recién nacido, cualquier proyecto en sus inicios muestra una gran fragilidad que hace que requiera para salir adelante los requisitos mencionados. Al mismo tiempo, muestra una potencialidad increíble que parece ir intrínsecamente unido a esa fragilidad, esto quiere decir que mientras más indefinido está un proyecto en sus orígenes mayores son sus potencialidades y esto lo hace más frágil y más aparentemente dependiente del apoyo exterior.

Otra característica semejante que tienen los proyectos y los hijos es que de ambos se puede decir que no son tuyos, que no te pertenecen y que tampoco son una obra exclusivamente tuya, sino que son fruto de toda la existencia que se muestra a través de ti, o tú eres el cocreador o el medio a través del cual la existencia muestra su cualidad básica: la creatividad, sea de un hijo o de un proyecto. Esta visión de tus obras creativas supone además actuar desde el desapego, sabiendo que son una obra de toda la existencia y que, por tanto, tenemos que estar dispuestos a compartirlos con el mundo y aceptar sin juicios todo su proceso creativo, teniendo en cuenta que solo podemos hacer lo mejor posible por nuestra parte, pero no podemos controlar al resto de la existencia que también interviene en el mismo.

Por otra parte, esto implica también aceptar el resultado final de esa obra como algo en lo que nosotros simplemente hemos colaborado en su creación. Muéstrate también dispuesto a apoyar cualquiera de las potencialidades que muestra tu proyecto, aunque desde el punto de vista del juicio mental parezca conducir, o incluso aunque realmente te lleve, a un resultado diferente del que inicialmente habías previsto.

Con tus hijos, también con los hijos de tu creatividad, puedes hacer cosas mejores que juzgarlos, como por ejemplo: aceptarlos, apoyarlos, amarlos, agradecerlos y compartirlos con el mundo.

¿De qué te sirven en este momento todas tus grandes obras del pasado salvo para desarrollar la capacidad de crear en el presente una obra nueva más desarrollada, más acorde con lo que la existencia espera de ti basándose en tu evolución o desarrollo?

Cuando cometes un error la vida suele darte una segunda oportunidad, y una tercera, cuarta, quinta..., pero cada una de ellas es, al mismo tiempo, una primera y una última oportunidad, en ese momento, y lo importante es si eres lo suficientemente generoso para aceptar una nueva oportunidad y para agradecerla entregándote a ella.

El silencio (de la mente) comienza por decir que sí. Primero vas diciendo que sí y aceptando las distintas situaciones y propuestas que la vida te va poniendo por delante en su continuo presente, después vas diciendo que sí a aquellas cosas que realmente quieres en tu vida. Poco a poco notarás como se va armonizando lo que tú quieres y lo que la vida te propone o te facilita, y en este proceso de decir que sí notarás como vas enjuiciando menos las cosas y como la mente va quedándose cada vez más silenciosa.

Cuando asumes tus responsabilidades a través de una entrega generosa, es decir, dando al máximo de lo que puedes dar frente a las distintas situaciones que tienes que afrontar en tu vida, se produce una liberación, te liberas.

Si agarras un puñado de arena (tiempo) e intentas retenerlo apretando el puño (apego, tacañería) se te escapa; si abres la mano (dar, generosidad) la arena deja de caer.


Guillermo Castillo León: Filosofía para una vida Zen-sí-ya

2 comentarios:

  1. Sencillamente excelente........

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    1. Te invito a leer también la otra entrada sobre este libro: Frases con mucho zen-tido

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