“Toda experiencia ha demostrado que la humanidad
está más dispuesta a sufrir, siempre que los males sean tolerables, que a
mejorar su situación aboliendo las formas a que está acostumbrada”.
(Declaración de
Independencia de los EE.UU, 4/7/1776)
Virtualmente, todo el
mundo padece en mayor o menor medida un dominio ejercido por los demás, que
resulta desagradable y que, desde luego, bajo ningún concepto merece la pena
mantener, ni mucho menos defender, como bastantes de nosotros hacemos
inconscientemente. La mayoría de las personas saben lo que es verse desgarrados,
manipulados y obligados a adoptar comportamientos y creencias en contra de su
voluntad. El punto importante es que las personas son víctimas de desafueros,
porque esperan que se abuse de ellas… y luego, cuando sucede, no se sorprenden.
A menudo debemos mostrarnos
enérgicos, e incluso agresivos, para evitar convertirnos en víctimas. Con mucha
frecuencia tenemos que manifestarnos irrazonables, “insubordinados”, frente a
las personas dispuestas a manipularnos. Actuar de otro modo representaría
permitir que abusaran de nosotros.
Una clase especial de
libertad está a nuestra disposición, si deseamos aceptar los riesgos que
comporta alcanzarla: la libertad de recorrer sin trabas los terrenos vitales
que deseamos, de adoptar todas
nuestras decisiones conforme a nuestras preferencias. El quid del asunto debe
estribar en que a los individuos les asiste el derecho a determinar la forma en que quieren desarrollar su vida y
en que, en tanto el ejercicio de este derecho no vulnere los mismos derechos
del prójimo, cualquier persona o institución que interfiera ha de considerarse
como un ente avasallador.
La vida de cada persona
constituye un caso único, aislado del caso de las otras vidas. Nadie puede
vivir la vida de uno mismo, experimentar lo que experimentamos, introducirse en
nuestro cuerpo y tener las vivencias del mundo que nosotros tenemos y tal como
las tenemos. Ésta es la única vida de que disponemos y es demasiado preciosa
para permitir que los demás se aprovechen de ella. No deja de ser lógico que
sea uno mismo quien determine cómo va a funcionar, y su funcionamiento debe
aportarnos la alegría y la satisfacción de accionar nuestros propios mandos
personales antes que el dolor y la desdicha de ser víctima de la dictadura de
terceros.
Consejos para evitar
ser utilizado
1.- Negarse a ser víctima.
No existe lo que se dice un esclavo bien
adaptado.
2.- Actuar desde
posiciones de fortaleza. El miedo como
tal no existe en este mundo. Solo hay pensamientos temerosos y conductas
elusivas.
3.- No dejarse seducir por
lo que ya es agua pasada. El progreso y
el desarrollo son imposibles si uno sigue haciendo las cosas tal como siempre
las ha hecho.
4.- Evitar la trampa de la
comparación. En un mundo de individuos,
la comparación es una actividad carente de sentido.
5.- Tornarse discretamente
efectivo y no esperar que “ellos” lleguen a entenderle. Las relaciones cordiales “funcionan” porque no requieren “funciones”.
6.- Enseñar a los demás cómo
deseamos que nos traten. La mayoría de
las personas son más amables con los extraños que con los seres queridos y
consigo mismos.
7.- Nunca coloque la
lealtad a las instituciones y a los demás por encima de la lealtad a uno mismo.
8.- Distinción entre
juicio y realidad. Cuanto existe en el
mundo está ahí independientemente de la opinión que tengamos sobre el
particular.
9.- Manifestarse
creativamente vivaz en toda situación. No hay camino hacia la felicidad; la
felicidad es el camino.
Es casi imposible abusar
de las personas cuya predisposición a dejarse atropellar es nula y están apercibidos
para protestar y oponerse a quien desee sojuzgarlos de una y otra manera. El
problema de convertirse en víctima reside en uno mismo, no en todos los demás
congéneres que han aprendido el modo de tocar los resortes de uno.
En nuestro interior, disponemos
de los poderes y la capacidad necesaria para reducir sensiblemente nuestro
índice de víctima. A nosotros nos corresponde la elección: o accionamos
nuestros mandos personales y disfrutamos
llevando las riendas de nuestra existencia o dejamos que sean otros
quienes lo hagan, y pasamos nuestra vida desazonados y dominados por los
sojuzgadores del mundo. Si se lo permitimos, ellos se entregarán con entusiasmo
y sumo gusto a tal labor, pero si nos negamos a consentírselo, la caza de la
víctima de habrá terminado definitivamente en lo que a nosotros nos concierne.
Wayne W. Dyer – Evite ser utilizado
Estoy de acuerdo con las reflexiones de este maestro que dejo una huella en mi y por supuesto que uno nunca debe ser utilizado por nadie siempre que reine el amor hacia nosotros mismos,pues es la unica forma de amar a los demas.Gracias
ResponderEliminarGracias por este libro y su legado muchas gracias Doctor
ResponderEliminarvaliosas enseñanzas.estoy muy agradecido por estos temas del Dr. dyer
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