“Para el alma jamás existe el nacimiento ni la muerte. Ella no llega a ser, no ha llegado a ser y no llegará a ser. El alma es innaciente, eterna, permanente y primordial. No se la mata cuando se mata al cuerpo”. (Bhagavad-Gita)
¿No es eso un hecho? Si uno entiende claramente que no nace ni muere, que es eterno, ¿no se volverá feliz?
Debido a que ignoramos que
existe una disposición completa en la naturaleza, hecha para nuestro mantenimiento,
nos esforzamos por utilizar los recursos de la naturaleza a fin de crear una
supuesta vida completa basada en el goce de los sentidos. La vida engañosa
basada en el goce de los sentidos es una ilusión, porque la unidad viviente no
puede disfrutar de la vida de los sentidos si no está acoplada a la totalidad.
Todo servicio que se haga en este mundo, ya sea social, político, comunal,
etc., seguirá siendo incompleto mientras no se acople con la totalidad. Cuando
todas las cosas se acoplan con la totalidad, las partes integradas unidas
también se vuelven completas en sí mismas.
Nadie quiere morir, sino
vivir lo más que pueda. Esta tendencia no solo es visible a nivel individual,
sino también a nivel colectivo en la comunidad, la sociedad y la nación. El ser
viviente es eterno por naturaleza, pero como es esclavo de la existencia
material, tiene que mudar de cuerpos una y otra vez. Este proceso ocurre debido
a la esclavitud de las acciones; si la entidad viviente no actúa de acuerdo con
sus deberes prescritos transgrede la ley de la naturaleza, atándose más y más al
ciclo de nacimiento y muerte.
Los seres humanos
inteligentes siempre deben recordar que esta forma corporal específica se
obtiene después de una evolución de muchos millones de años y una larga
transmigración. Este mundo material es a veces comparado con un océano, y este
cuerpo humano con una sólida nave concebida especialmente para cruzarlo. Las
Escrituras védicas son comparadas con unos barqueros expertos, y las
facilidades del cuerpo humano con las brisas favorables que ayudan a que la
nave haga fácilmente su recorrido hasta el destino deseado. Si, a pesar de
todas estas facilidades, una persona no utiliza completamente su vida para
alcanzar la autorrealización, debe ser considerado un asesino del alma. El Sri
Isopanisad advierte claramente que el destino del asesino del alma es entrar en
la región más oscura de la ignorancia para sufrir ahí eternamente. Si somos
indiferentes para alcanzar la autorrealización, las leyes de la naturaleza nos
forzarán a trabajar arduamente, aunque no queramos. Alguien que ni siquiera
hace el intento sino que desea estar cubierto por la ilusión, y que es
excesivamente materialista y está apegado al disfrute material, debe entrar en
las regiones más oscuras del infierno.
La posición de las
entidades espirituales es gozar. La naturaleza y constitución de todo ser
viviente es la de disfrutar eternamente. Los seres vivientes que están
encerrados en el tabernáculo material constantemente buscan disfrutar, pero lo
están haciendo en la plataforma equivocada. Aparte de este mundo material
existe la plataforma espiritual, donde no existen vestigios de las cualidades
materiales y no hay conflicto sobre el objeto del goce. El Señor Supremo es el
verdadero centro del goce en la plataforma de los intereses espirituales, y tan
pronto como uno comprende esta forma perfecta de unidad, ya no hay posibilidad
de ilusión o de lamentación alguna.
La civilización moderna ha
progresado considerablemente en el campo de la educación de las masas, pero el
resultado es que la gente es más infeliz que nunca debido a que se hace
hincapié en el progreso material, excluyendo así el aspecto espiritual que es
la parte más importante de la vida. En tanto el hombre olvide más la realidad
sobre la vida, más se encontrará en la oscuridad. En vista de esto, es más
peligrosa una civilización atea encaminada hacia el supuesto progreso de la
educación, que una civilización en que las masas sean menos avanzadas
espiritualmente. La civilización moderna es un remiendo de actividades hechas
para ocultar los perpetuos sufrimientos causados por la existencia material.
Semejantes actividades tienen como meta la satisfacción de los sentidos, pero
por encima de los sentidos está la mente, y por encima de la mente está la
inteligencia, y por encima de la inteligencia se encuentra el alma. Así que la
verdadera educación debe ser alcanzar la autorrealización, la comprensión de
los valores espirituales del alma.
El cuerpo y la mente
materiales son una mala ganga para la entidad viviente espiritual. La entidad
viviente tiene verdaderas actividades en el mundo espiritual viviente, pero
este mundo material es muerte. Mientras las chispas espirituales vivientes
manipulan las masas muertas de materia, el mundo muerto parece ser un mundo
viviente. En realidad, son las almas vivientes, las partes integrales del Ser
Supremo, quienes mueven el mundo. Los sufrimientos de este mundo sirven para
recordarnos indirectamente sobre nuestra incompatibilidad con la materia
muerta. Las entidades vivientes inteligentes generalmente toman en cuenta estos
recordatorios y se dedican a cultivar el conocimiento trascendental. La vida
humana es la mejor oportunidad para cultivar el conocimiento espiritual, y el
ser humano que no aprovecha esta oportunidad es el más bajo de los seres.
El sendero del progreso
del conocimiento material para lograr la satisfacción de los sentidos, es el
sendero de nacimiento y muerte repetidos. Teniendo una existencia espiritual,
la entidad viviente no tiene ni nacimiento ni muerte. El nacimiento y la muerte
le corresponden al cuerpo, que es la cubierta externa del alma espiritual. Se
hace la comparación de que la muerte es como quitarse unas vestimentas
externas, y el nacimiento es como ponérselas. A los seres humanos necios que
están demasiado absortos en cultivar la nesciencia, no les preocupa este cruel
proceso. Estando enamorados de la belleza de la energía ilusoria, sufren
repetidamente el cruel proceso del nacimiento y la muerte, y no aprenden
ninguna de las lecciones que les dan las leyes de la naturaleza.
Es esencial que el ser
humano cultive el conocimiento trascendental. El hombre debe llevar una vida
sana y tener una mente juiciosa con el único propósito de comprender el
verdadero conocimiento, el cual es la meta de la vida humana. El sendero para
salvarse de las garras materiales depende completamente de los principios del
conocimiento y del desapego. ¿Qué recordará en el momento de la muerte cuando
el cuerpo se halle trastornado? Uno puede utilizar los resultados de esa
práctica en el momento de la muerte.
La forma de vida humana
está hecha para darse cuenta de que “Yo no pertenezco a este mundo material.
Soy alma espiritual y soy eterno, pero de una forma u otra he caído en esta
vida condicionada de nacimiento, vejez, enfermedades y muerte”. Esta forma de
vida humana tiene por objeto encontrarle una solución a esos cuatro
sufrimientos materiales. Ése es el objetivo de la vida humana.
Swami Prabhupada – Secretos de otros tiempos (El Sri Isopanisad)