Reproduzco aquí, con pequeñas correcciones, la misma entrada publicada con otro título hace un año en un blog que después desapareció. Es un enigma que me cautivó desde joven, además es una de las pruebas más incontestables de que nuestros ascendientes llegaron del cosmos... "Viendo los Hijos de Dios que las hijas de los hombres eran hermosas, tomaron para sí mujeres escogiendo entre todas...y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes (héroes, semidioses) que desde la antigüedad fueron varones de renombre". (Gen.6,2-5). Ya hemos hablado de estos todopoderosos Hijos de Dios, solo explicables desde la óptica de especies extraterrestres muy evolucionadas, que llegaron para desarrollar una nueva especie. También existían gigantes y otros cruces más o menos zoomorfos pero incontrolables. Me da por pensar que la Tierra ha sido objetivo y escenario del encuentro de razas con distinto origen no terrestre y con distintos fines, a los que hemos sido ajenos nosotros, sus sufridores descencientes.
Parece que los "reptilianos " ya estaban suficientemente instalados, así como las hordas del Ángel caído (de no sabemos qué desobediencia estelar), Lucifer, el portador de la Luz. Por la razón que fuere, Dios ( o quién fuera el que se atribuyera tal apelativo) no estaba contento con el desmadre ocasionado, y provocó la destrucción de la civilización imperante que habitaba una zona geográfica concreta. El resto de seres humanos estaban aún en la edad de piedra y de los hielos, cuando les llegaron ciertos Noé poseedores del arte de la domesticación y la agricultura, la construcción... la revolución Neolítica en suma.
Los dogones nos hablan de la llegada de un "hombre pez", que era anfibio y respiraba por un tubo (quizá por la escafandra o traje protector que les era al principio imprescindible). En las fiestas del "sigui" se disfrazan con grandes máscaras con un extraño signo, para rememorar el día en que sus ascendientes y civilizadores llegaron de las estrellas.
Territorio Dogón
El Enigma Dogon
A principios de 1950 dos sabios franceses, Marcel Griaule y Germaine Dieterlen publicaron varios artículos, entre ellos “Un Sistema de Sirio en el Sudán” con los detalles de una expedición que acababan de hacer al Sudán francés. En el curso de esta misión habían estudiado algunas tribus negras y, en particular, los dogones, en lo que hoy es Malí, al norte de los meandros del Níger. Ahora bien, era tan fantástico lo que explicaban sobre los conocimientos astronómicos de esta atrasada tribu, que nadie los quería creer. Sin embargo, expediciones realizadas hasta la actualidad no han hecho sino confirmar y ampliar los sorprendentes y concisos datos ofrecidos, algunos claro está, inexplicables desde el punto de vista científico.
¿Qué saben?
Los Dogón ( ó Dogo) pretenden conocer desde hace muchísimo tiempo una compañera invisible de la estrella Sirio (la estrella más brillante del cielo, a poco más de 9 años luz de nosotros), que fue descubierta sólo en 1862 por los astrónomos. Explican asimismo que existe una tercera estrella en el sistema y que sus antepasados llegaron un día de un planeta que se hallaba en órbita alrededor de esta estrella, también invisible, a bordo de una nave interestelar.
Los hechos derivados de sus afirmaciones son aplastantes: conocen estrellas no visibles a simple vista antes de que fueran descubiertas por los astrónomos, desde hace al menos 1000 años, según lo demuestra el recuento de los siguis efectuados, su ritual principal. La órbita teórica de esta compañera invisible, llamada Sirio B, fue calculada por Peters en 1851 con un periodo de revolución de 50,010 años, que en 1960 fue mejorada por Van den Bos, con un valor de 50,090 años. Ahora bien, los dogones saben desde siempre que este periodo es de 50 años, y es bueno preguntarse cómo lo podían saber. Sirio B es una estrella enana blanca y mucho más vieja, pequeña y pesada, que describe en torno a Sirio A una órbita elíptica y que llaman “po tolo” “Potolo” ó “Digitaria”.En cuanto a Sirio C, igualmente una estrella invisible, respecto a la cual se supone que es a la vez más ligera y más gruesa que Sirio B, con un periodo de revolución de 32 años _según afirman los dogones_, la ciencia oficial no está aún segura de su existencia. Ello podría corresponder a lo que apuntan los dogones, que aún teniendo un periodo más corto, la tercera estrella tiene una órbita elíptica más larga y, por tanto, mucho más excéntrica, y que es perpendicular a la de Sirio A. Ello podría arrastrar a la estrella fuera del campo visual habitual, donde la buscan los astrónomos. Más recientemente en 1.995 algunos astrónomos parecen haberla detectado, pero aún se sigue considerando en medios oficiales un sistema binario.
Esta tercera estrella, que ellos llaman “eme ya” “Emeya” ó “Sorgho” (Sirio C), o bien “Estrella de las Mujeres”, tendría varios planetas. De uno de estos planetas llegarían sus antepasados, hace muchísimo tiempo, a bordo del “Nomo” ó “Nommo”, una nave/arca interestelar cuya forma y comportamiento se parecen mucho a los del módulo de alunizaje Apolo.
La tradición de los dogones nos dice que dicho Nomo aterrizó al nordeste de su país original, al lado de Egipto, y que la voz de Nomo era lanzada a las cuatro direcciones cuando bajaba. Era rojo como el fuego durante su bajada, pero se convirtió en blanco cuando se apagó su llama y tocó tierra, en medio de un gran remolino de polvo. Dicen incluso que cuando el Nomo descendió, a través de la atmósfera remolineando como una hoja muerta, sus dos extremidades parecían trazar una doble hélice en el cielo (figura muy parecida tanto a las posiciones aparentes de las dos estrellas principales como a sus dibujos ó cálculos de la fecha de celebración del “sigui”, nos recuerda la cadena de ADN).
Según versión de Camilo Valdivieso: “Este objeto estaba cubierto por una luz muy rojiza que ellos relacionaron con la sangre. Luego de esta gran estrella salió una segunda que giraba sobre si misma, tenía gran tamaño y emitía un ruido ensordecedor. Lo curioso es que al llegar a tierra, esta estrella ya no tenía forma circular, sino que parecía una gran cesta o pirámide de base cuadrada, y en cada una de sus caras se abría una escalera de seis peldaños. Su color cambiaba de rojo a blanco brillante. La gente –según narran los dogones- salió corriendo ya que el aterrizaje de esa “arca” había generado mucho temor en ellos.”
La tradición dice que el Nomo se posó en terreno seco, pero que fue arrastrado a una depresión de tierra, que se llenó de agua con la lluvia y le permitió flotar. Sólo entonces los integrantes _llamados asímismo Nomos_ pudieron salir de la cápsula. Los dogones explican que esos seres eran anfibios y repiraban por las clavículas mediante tubos. Afirman que cada noche regresaban a su nave, se sumergían, y reaparecían de nuevo por la mañana. Los definen de la misma forma que emplean los sumerios para representar a Oannes, el hombre-pez que se apareció varias veces en las playas del golfo Pérsico para civilizar y educar a los hombres.
No sólo eso. Tuvieron después el poder de transformarse y aparecer como humanos, pero muy hermosos, y así consiguieron mezclarse con los dogon, por lo que los dogon actuales se siguen considerando legítimamente como sus descendientes. Seleccionaron también a los hombres más sabios y prudentes y los llevaron al arca. Allí permanecieron tres meses, y al regresar a las aldeas lo hicieron como superhombres, los Ogon ó brujos, encargados de mantener viva la tradición y las enseñanzas. Otros brujos dogones consultados afirman que los Nomos también capturaban a los humanos para extraerles la sangre, introduciéndoles una lengua bífida por sus extremidades nasales. Puede suponerse que para proteger su descendencia fueran eliminando a todo aquel que no llevara su Nyama, su herencia genética.
Ancestros, educadores, dioses o verdugos, no cabe duda de que ese encuentro hizo nacer toda la liturgia y la concepción de la vida futura de los dogones.
Conocimientos astronómicos
Además, los dogones tienen otros conocimientos astronómicos si cabe aún más sorprendentes, considerando que se trata de una tribu atrasada que vive en el centro de África y prácticamente sin ningún contacto con el mundo exterior.
Manejan cuatro calendarios. El primero, que se basa en la Luna , está reservado a los trabajos agrícolas. Los otros tres, que se fundan en los movimientos relativos de Sirio, del Sol y de Venus, son calendarios religiosos. Con sus observaciones confeccionan el gran calendario de sesenta años del Sigui, que está basado en las conjunciones de Júpiter y Saturno, que se producen exactamente tres veces en algo menos de 60 años (21.762 días).
Los brujos dogones han dividido el cielo en 22 partes iguales y a su vez en 266 constelaciones. El total de estos dos números, o sea 288, se encuentra en la cábala, en las series nucleares, en las dimensiones del templo de Kalasasaya en Tiahuanaco, ó en el volumen de la pirámide de Micerinos (288.000 m3 ), etc. Hablan también de una estrella muy pequeña, que acompaña a Venus y que se ha descubierto posteriormente. Es el asteroide Toro, que parece estar en fase con Venus y la Tierra. Conocen también los cuatro satélites más grandes de Júpiter, también el anillo de Saturno, que consideraban como el límite del Sistema Solar visible e ignoraban los otros planetas.
Distinguen las diferentes fases de las seis posiciones importantes de Venus. Como los mayas, los dogones consideran los movimientos caprichosos de Venus en el cielo como completamente naturales, como si sus antepasados hubiesen podido observar las verdaderas revoluciones de Venus desde otro punto del espacio.
Conocen la constelación de las Pléyades, pero sólo ven en ella nueve estrellas, mientras que nuestros antepasados veían siete y nosotros sólo vemos seis. Esta constelación desempeña un papel muy importante en la vida agrícola de esta tribu, respecto a las fechas de siembras y cosechas.
Saben que todo, en el Universo, gira en espiral, y describen el movimiento de la Luna en torno a la Tierra como una espiral cónica. Comparan las vueltas de los planetas en torno al Sol con la circulación de la sangre en sus cuerpos, dato que debían conocer al menos unos 500 años antes de que lo proclamara Miguel Servet, y saben que el movimento aparente de los astros en el cielo proviene de la rotación de la Tierra en el otro sentido.
Teología dogon
Los dogones creen que el Universo fue creado a partir de un núcleo original, una especie de huevo cósmico, por la voz de Ama (apretado, concentrado), equiparable al dios creador occidental (un sorprendente islote de monoteísmo entre la multitud de religiones animistas que los rodean). Según la tradición, Ama crearía primero cuatro dioses andróginos y anfibios y, seguidamente, cuatro pares de gemelos hombres y mujeres, que eran igualmente anfibios, con los cuatro elementos de la placenta original. La primera pareja, que se llamaba también Ama, fue fabricada con el aire, mientras que la segunda, que se llamaba Lebe, fue hecha de tierra. La tercera, que venía del agua, se llamaba Binu, mientras que la cuarta, que venía del fuego, se llamaba Diongo. Estos primeros seres eran inmortales, pero sus descendientes se convirtieron en mortales a causa de sus pecados.
Ama también creó el mundo, la vida, la muerte, la guerra, la paz, la felicidad y el dolor, y también el principio vital que constituye al hombre, y que ejerce las funciones de alma sabia. Este elemento es el “Kikinu”, ó “ni”, que se localiza en la sangre y abandona el cuerpo regresando a la hora de despertar. Representa el pensamiento consciente; también distinguen el “Kikinu bumone”_la sombra_, el Nyama, que también reside en la sangre y se transmite de padres a hijos (¿el ADN?). El ni permanece junto al cuerpo hasta que la divinidad de los espíritus lo destine a un nuevo ser humano.
Dicen que el tiempo y el espacio fueron creados por Ogo dando ocho mil veces sesenta pasos durante sesenta periodos, o sea, 28.800.000 pasos (una vez más el número 288), que será a la vez la circunferencia de la Tierra y la distancia entre el cielo y la Tierra. Pero el ángel malo “Ogo” (El Zorro Pálido), se subleva de la misma forma que Lucifer, tras haber matado a su hermano gemelo, y provoca el desorden en el universo.
El “Sigui”
La conmemoración del encuentro con los seres venidos de Sirio da lugar al Sigui cada sesenta años, frecuencia con la que también aparecían de nuevo los Nomos, en el que se celebra también la creación y renovación del mundo, con danzas frenéticas, consumo de cerveza de mijo y baile de más de 20 máscaras diferentes alusivas a los dioses, algunas de hasta 3 mts. de longitud, y que representan los movimientos del arca en su descenso;otras recuerdan el signo que aparecía en la parte inferior de dicha arca. Su noción común nos retrotrae al Mito de la Creación. Cuentan que una falla en la roca sagrada Yougo Dogourou se ilumina con un fulgor rojizo en el año que precede a la ceremonia; antes del momento exacto aparecen calabazas gigantes en terrenos baldíos que nadie había sembrado. Viendo estos signos, el consejo de ancianos _sólo hombres_ señala la fecha exacta de la celebración. En uno de esos encuentros míticos fue cuando dicen que murió el primer Nomo, recalcando que fue crucificado, mas al poco tiempo resucitó _a los 5 días, base de su semana_, y… ¡regresará para salvar al mundo!
La razón del sigui también tiene relación con la sacralización de los orígenes de la raza original y el momento del encuentro, y se transmite expresado en las peculiaridades de las órbitas de las tres estrellas del sistema de Sirio. Sus trayectorias son comparadas al acto de la procreación y aunque “los dogón practican la mutilación genital femenina y masculina, lo hacen sin las connotaciones culturales que desde un punto de vista occidental se le da a esta práctica. Entre la religión Dogon se halla la creencia que todo ser humano nace con dos almas, una masculina y otra femenina. Esto provoca caos en cada persona, y para restablecer el orden y el equilibrio en estas se suprime la parte femenina en el hombre mediante la circuncisión del prepucio, y la ablación del clítoris en la mujer”.
Pero como ellos mismos explican: “…cuando Digitaria está cerca de Sirio, ésta se vuelve más brillante; cuando está más alejada ofrece un aspecto rutilante y sugiere varias estrellas. Esta trayectoria les sugiere escisión y circuncisión… ”, una operación que está representada por el paso más próximo y más lejano de ambas estrellas. Y los descendientes dogon no tienen más que adoptar esta configuración astronómica de su mundo original y plasmarla en su actividad.
Sin embargo, como todo hecho tiene su contrapartida mítica, los dogones consideran también a Ama, su dios omnipotente, responsable de la ablación. Cuando Ama quiso tener hijos con la Tierra, la presencia de grandes termiteros (asimilados al clítoris) dificultaron el acoplamiento, que no fue el idóneo, y la Tierra entonces parió un zorro (otra denominación de Ogo), de ahí la idea de que deba ser extirpado. Por otra parte la circuncisión es sagrada, y se considera como un sacrificio que se ofrece a la tierra.
¿Y… bien?
No hemos mencionado que existe una correlación indiscutible entre el calendario y el origen de los dogones y el de los antiguos egipcios, ambos proclaman su ascendencia estelar, y fundamentan su cultura en el año sotíaco, el tiempo que transcurre entre dos salidas helíacas sucesivas de Sirio, o bien entre las dos fechas en que Sirio apareció por primera vez justamente antes de salir el Sol. Lo que es mucho más sorprendente es que los dogones poseen aún hoy, después de miles de años, conocimientos astronómicos que los egipcios poseyeron pero que parecen haber olvidado desde hace mucho tiempo. Durante todo este tiempo, los dogones, que no sabían leer ni escribir, los transmitieron de padres a hijos oralmente en forma de una mitología complicada, pero basada en las partes sexuales, y por tanto mucho más fácil de retener.
Parece bien evidente que estos conocimientos astronómicos extraordinarios que fundamentan toda su cultura no pudieron ser adquiridos por ellos mismos, y que les fueron aportados por otros: pero ninguna cultura humana que se sepa poseía tales conocimientos. Que podamos establecer de manera precisa la antigüedad de todos ello en mil años, ó que puedan provenir de una fecha más temprana, de alrededor de nueve mil años a.C., tal como el resto de las culturas de la revolución neolítica, no hace sino realzar y agudizar la importancia de una etnia totalmente original y diferente al resto, con datos astronómicos excepcionales cuya única explicación plausible sigue siendo la suya propia: sus antepasados llegaron de un planeta que gira alrededor de “Sorgho Hembra”, tercera estrella del sistema de Sirio.
Para consultar:
Marcel Griaule y Germaine Dieterlen: Un Sistema de Sirio en el Sudán.
Marcel Griaule: “El Zorro Pálido”
Pedro Guirao: “El Enigma de Sirio”
Maurice Chatelain: “Espacio y Tiempo”
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