Los textos gnósticos
primitivos consideraban a Eva una serpiente guardiana de los secretos de la
inmortalidad divina y de la sabiduría. Su significado es “madre de todo lo
viviente”, sinónimo de vida y enseñanza. Los Opitas Gnósticos vieron la
serpiente como la luz y conocimiento resplandeciente, y consideraban a Set, el
tercer hijo de Adán y Eva como el primero de la raza de los perfectos, cruce de
los Hijos de Dios y de los Hijos de la Serpiente. Esta
concepción es aún más antigua, ya que en Egipto la serpiente era comparada con
Set: El Dios Serpiente, curador y origen de la Estirpe Real que, a través de
la experiencia de la iluminación, se extendía a todo el género humano. Los
Ofitas veneraban a Ofis, de tal modo que habían tomado el culto primitivo de
este animal conforme se practicaba en la época matriarcal, y aún en tiempos más
remotos. Se honra a la serpiente del paraíso en contra del Creador del mundo,
como perteneciente al Árbol del Conocimiento. Éste promete a Adán ser como
Dios, quien después exclamará con preocupación: “Mira que Adán es ya como uno
de nosotros y sabe lo que es bueno y malo”. No en vano Maimónides manifestará
después: “Por tando, se dice: vosotros os hacéis como Dios, cuando reconocéis
el Bien y el Mal”.
Así la serpiente y sus
atributos tenían un doble sentido, como propiedad de la profundidad de la
tierra, llena de secretos, de donde proceden tanto las fuentes curativas como
los volcanes destructores. Representaba también la renovación eterna: a la vez animal origen del veneno mortal como de
fuente de salud. Estos Ofitas “Adoradores de la Serpiente ” transforman
el culto antiguo mediante la equiparación con la serpiente del paraíso. Esta
serpiente es la fuerza que Moisés situaba a su lado, la vara que se
transformaba en serpiente que todo lo abarca, es el Logos sabio de Eva. Este es el
misterio del Edén, la marca que se hizo a Caín, cuyo sacrificio no aceptó el
Dios de este mundo, pero que sí aceptó el de Abel, pues el señor de este mundo
se aleja de la sangre, la que será revitalizada por la serpiente.
La serpiente porta veneno, pero este
mismo veneno se convierte en el antídoto perfecto. En el báculo de Esculapio,
dios de Medicina, la serpiente significa curación de todo mal, los secretos de la vida terrena, el poder de la resurrección, el
auxilio y soporte brindado por los médicos mediante su asistencia a los
pacientes. El origen vegetal de la rama representaba las fuerzas de
la naturaleza y las virtudes curativas de las plantas. En la mitología griega,
el caduceo u Ouroboros pertenecía a Hermes -Mercurio para los romanos-. A
Mercurio también lo apodaron Caducifer porque siempre lo representaban con el
caduceo, y también lo llamaron Psiquigogo (conductor de almas). El caduceo de
Hermes tiene dos serpientes que, según la leyenda, Mercurio vio luchar y las
separó pacíficamente. Las serpientes dejaron de luchar en ese momento y se unieron,
por ello este caduceo se ha considerado como símbolo de la paz. Otros
afirman que Hermes sustituyó al dios persa Zoroastro y sus dos serpientes
representaban el poder que éste tenía sobre el bien y el mal: las dos
serpientes representaban al dios creador Ahura Mazda (dios de la Luz y principio del Bien) y al
espíritu maléfico, Ahriman. Adicionalmente, la figura de Satanás, originalmente
sirviente de Dios, asignado a Él como su fiscal, vino a asemejarse a la de
Ahriman.
Muchas estatuas de Hera muestran serpientes entrelazadas en
sus vestidos, mientras que Atenea era representada con serpientes enroscadas
alrededor de su escudo. Las serpientes habían sido los símbolos de las grandes
diosas pre-griegas de la vieja Europa, y sirven como recordatorios simbólicos o
residuos, del poder que una vez tuvo la deidad femenina. Una famosa
representación temprana de una deidad era una diosa mujer con los pechos
desnudos, los brazos estirados y una serpiente en cada mano.
En antiguos mitos de Mesopotamia, en el poema épico Enuma
Elish, Kingu fue un demonio que
se convirtió en el segundo consorte de Tiamat, el dragón marino, luego que
muriera su primer consorte Apsu. Tiamat, convencida de que tenía que vengar la
muerte de Apsu, entregó a Kingu las "tablillas del destino"; éstas
detentaban el poder y así lo convirtió en Príncipe de los dioses. Pero en la
contienda Tiamat murió a manos de
Marduk, el equivalente al dios hebreo, y Kingu, por ser el jefe de la
rebelión, fue condenado a morir y a que con su sangre se creara la raza humana,
para servir a los dioses. Es así que el dragón (o serpiente) se equipara al
demonio, o quizá también a Lucifer, el portador de la luz y el conocimiento,
cuya sangre regeneradora engendra al género humano. Visto así, el Dios Supremo
Creador ha abandonado a la humanidad a divinidades inferiores, y poco a poco
ocupan su lugar otras figuras divinas, que le proporcionan su propia sangre. Con
este enfoque se comprende fácilmente el entronque de las primeras dinastías
mesopotámicas y egipcias a su origen divino, ya que poseían sin lugar a dudas
su misma sangre, una sangre real… el Grial.
Un cierto paralelismo observamos con el mito de los Nefilim,
que según la Biblia ,
son hijos de los "hijos de Dios” y las "hijas del hombre". El
término nefilim se ha traducido variadamente por "gigantes",
"titanes", pero su sentido original es “derribadores”, es decir,
aquellos capaces de destruir el plan divino. El escenario de la lucha se
traslada entonces desde el combate de las fuerzas divinas contra el Caos hasta
la pugna entre los Nefilim y los Hijos de la Serpiente. Para
los arameos, el término Nephila se refirió específicamente a la Constelación de Orión,
y así los Nefilim serían descendientes medio divinos de esta constelación. Ya
hemos visto como muchas culturas ancestrales tienen en sus ancestros a seres
llegados de Orión. El diluvio universal, y como consecuencia la destrucción de
toda la humanidad fue provocada por estos seres -según el Libro etíope de Enoc-
que no habrían sido creados según los planes de Dios. Según otras versiones, de
la descendencia de los ángeles caídos y las hijas de Caín, fue de donde surgió
esta raza con el fin de sabotear los planes de Dios, cruzándose y contaminando
la descendencia de Adán.
Por otro lado, como
perteneciente a los abismos, es la
Hidra de Lerna vencida por Heracles y Pitón vencida por Apolo, en el
sentido de dominar y encauzar ese poder venido de las profundidades, para que
en la superficie el hombre sirviera de crisol revitalizado por los rayos
cósmicos. Con ese sentido se construye el Santuario de Delfos sobre una gruta
de fuertes corrientes telúricas. Las pitonisas serán las encargadas de utilizar estas energías para el conocimiento del porvenir. Tenemos múltiples ejemplos en la Tradición : Sigfrido y
Miguel derrotan a los dragones del abismo, es decir, se apropian de su poder de
muerte y regeneración. Es asímismo el Ureo egipcio, representado en las
diademas y también circunvalando el disco solar.
Al igual que vemos en el símbolo del Ouroboros, normalmente se
simboliza la Kundalini
como una serpiente enroscada en la base del primer chakra, con su cola en la
boca. Esta serpiente duerme enroscada en torno al eje humano proporcionándole poder y protección y es la que el adepto debe despertar y hacerla subir por el nadi
Sushumna. La kundalini es quizá
algo todavía más profundo; más profundo que la muerte, más profundo que el
nacimiento, más profundo que la sangre. Es la energía femenina, el vasto
potencial de energía psíquica presente en nuestro interior. En suma, es la
energía de Eva=Serpiente.
En la mitología hindú, Kadru es la madre ancestral de las
serpientes (¿Eva?). Los Nagas son seres mitad humanos, mitad serpientes que viven
en Bhogavati, una gran ciudad subterránea, excavada en la blanca roca. Son
serpientes semidivinas con cara humana, generalmente de mujer. Cuando Garudá le
preguntó a las serpientes lo que tendría que hacer para ser liberado de su
cautiverio, le dijeron que tendría que llevar amrita, el elixir de la
inmortalidad. Garudá robó el elixir de los dioses y se lo trajo a las
serpientes, con lo que cumplió con la orden, pero mediante una trampa evitó que
lo repartieran y obtuvieran la inmortalidad.
Por otra parte se dice que Quetzalcóatl fue un hombre rubio,
blanco, alto, barbado y de grandes conocimientos científicos, que enseñó a los
pobladores de lo que hoy es México, a labrar los metales, orfebrería,
lapidaria, astrología etc. En un suicidio ceremonial, se hundió para siempre, renaciendo
como la estrella de la Mañana
y posteriormente adoptando el nombre de Quetzalcóatl, que quiere decir
serpiente emplumada o serpiente de plumaje hermoso. Los Mayas adoptaron a
Quetzalcóatl como deidad pues hasta allá llevó sus conocimentos y su cultura,
colocándole el nombre de Kukulcan, que quiere decir lo mismo, serpiente
emplumada o Votán. Es muy posible que los sacerdotes y astrónomos de entonces,
al observar los cielos en la forma en que lo hacían, hayan descubierto que el
mundo, su mundo, formaba parte de la Vía Láctea , de esta enorme galaxia que hoy
conocemos y de la cual formamos parte y a la cual daban por nombre
Ixtacmixcoatl, que quiere decir "Serpiente salpicada de piedras preciosas
o luceros", serpiente incrustada de diamantes. Y después de sus
observaciones le hayan denominado Quetzalcoatl y extendido su culto a los
habitantes de Mesoamérica.
La figura del dragón juega un papel
importante como dios y como guardián, a veces tiene un carácter maléfico. Se
trata de un ser poderoso y respetable, en algunas civilizaciones es reconocido
también por poseer gran sabiduría. En los mitos
helénicos aparecen muchas leyendas que mencionan estos animales fabulosos;
generalmente, las serpientes o dragones custodian tesoros. Por ejemplo, el
dragón Ladon, que cuidaba las manzanas de oro de las Hesperides, hijas de
Atlas, quien sostenía el cielo sobre sus hombros. Otro dragón con
características de serpiente custodiaba el paño de oro de Aetes, rey de
Colchis, para protegerlo del robo de Jasón y de los argonautas. En las tumbas
egipcias era habitual encontrar serpientes custodiando los tesoros dejados por
el difunto.
En China el Dragón se asocia al color Blanco o a colores
claros y cálidos, como el Amarillo, que simbolizan la pureza y la luz, además
de la muerte. Cabe señalar que la significación oriental de la muerte es
positiva, diametralmente alejada de la connotación trágica que adquiere en
Occidente como herencia de la civilización helénica. La identificación del
dragón con estos colores se basa en la creencia de que era un animal bondadoso.
El simbolismo alrededor del dragón es esencialmente el de la lucha. La lucha
entre el dragón y un héroe o un dios tiene, sin embargo, distintos significados. En estos míticos
combates el dragón asume dos papeles, el de devorador y el de guardián, que
tienen finalmente una sola raíz: el de un ser cósmico en espera, cuya acción
implica la muerte –o el nacimiento– de un orden universal. Así, en un
principio, los dragones fueron devoradores de dioses –algunos mitos se refieren
a los dragones como la causa de los eclipses, por ejemplo–, o sus enemigos
–caso de Apofis y Piton, enemigos del sol–. De todos modos, ese
papel no se aleja del de guardián, que implica la espera y el mantenimiento de
un orden que preludia una reinvención del universo o el descubrimiento de un
lugar sagrado. Justamente porque son guardianes de algo sagrado, es por lo que
simbolizan el puente a otro mundo o la prueba de todo héroe. Yamata-no-Orochi (gran
serpiente dividida en ocho) es un monstruo de la mitología japonesa, aunque también se dice que es una versión
japonesa de la Hidra de Lerna.
Tiene ocho cabezas y ocho colas, por lo cual se le llama "Yamata". Orochi significa
"serpiente gigante", y suele venerarse como la deidad de la montaña
en el sintoísmo.
Ese espíritu que alienta
ciertos lugares cargados de energía telúrica es denominado en galo Wouivre. Con
este nombre se designaban tanto a las serpientes que se arrastran por el suelo
como por extensión imitativa a los ríos profundos que serpentean. Estas
corrientes de energía telúrica son la manifestación misma de la vida de la
tierra, dándole un nuevo impulso vivificador. Por similitud también se
denominaba así a las corrientes cósmicas o magnéticas, representadas con
serpientes aladas. En el lugar de encuentro de tales corrientes se originaban
los dragones, de modo que menhires y dólmenes fijaban esas corrientes
acumulando las propiedades fecundadoras de la tierra y el cielo. Por esa misma
razón, se representaba a la
Virgen =Isis con sus pies sobre la cabeza de la serpiente, es
decir, sobre el manantial que está debajo. De la misma forma Moisés es
representado en la catedral de Chartres llevando en el brazo una columna de
templo, el eje central sobre el que giraba la catedral, cerca del laberinto,
que es como una serpiente enroscada cuyos pasos iniciáticos debemos seguir. En
esa columna vemos enroscada una serpiente en la forma de dragón alado.
Aparece asimismo en tiempos
de Herodes con la figura de hombre, pues nadie puede ser salvado y ascender de
nuevo sin el Hijo, que es la serpiente… “lo mismo que Moisés levantó en alto la
serpiente, también el Hijo del Hombre tiene que ser levantado en alto”. De
manera que en la antigüedad se interpretaba la serpiente del Génesis no solo
como el principio engendrador de la vida, sino también como la razón que hace
estallar al mundo y enseñar a los primeros humanos a comer del Árbol del
Conocimiento. Luego se expulsa a los habitantes del Edén porque la serpiente
les ha abierto los ojos. En esto consistía el pecado original, ya que la
intención del Creador parece que hubiera sido que el hombre no tuviera razón y
capacidad reflexiva y no distinguiera entre el bien y el mal, que se mantuviera
en un estado de perpetua animalidad instintiva. Entonces el papel de la
serpiente es aportar esta capacidad, este gran medio de perfeccionamiento e
individualidad, lo que acarreaba su desobediencia y separación de uno de sus
creadores.
Podemos decir que este símbolo de la serpiente viene a romper
la longevidad de una existencia instintiva e ignorante, pero mortal,
otorgándonos su luz vivificante e inmortal. Esta es la luz del renacimiento que
hace posible el conocimiento, donando al hombre las revelaciones de orden
metafísico y mistérico. Es entonces cuando se convierte en “el que sabe”. Todo
rito iniciático posterior girará en torno a esta inmortalidad del espíritu,
donde la muerte solo se considera como una suprema iniciación, como el comienzo
de una nueva existencia espiritual. Bajo este simple esquema: Generación -
Muerte – Regeneración, la vida humana está precedida de una preexistencia y se
prolonga a una postexistencia. La muerte no pone término definitivo a la vida,
no es sino otra modalidad de la existencia humana. El hombre, de esta forma, no
se considera acabado, para llegar a ser “hombre” propiamente dicho debe morir a
esta vida primera y renacer a una vida superior.
Según expresa René Guenon, la
inmutable acción divina que ordena al mundo en forma de un eje estático y
vertical se simboliza con la serpiente o el dragón que se enrosca en torno al
eje o al árbol del Universo. La doble espiral alude a dos serpientes que se
enroscan en direcciones opuestas, y que representan las dos fases antagónicas
de la Naturaleza. En
la Alquimia ,
el reptil, que se refiere al mundo anímico, avanza mediante un movimiento
acompasado de todo su cuerpo, representando la materialización de una vibración
espiritual. Las dos fuerzas son el azufre y el mercurio. Su modelo a escala
macrocósmica son las dos espirales, ascendente y descendente, que describen la
trayectoria solar. Así la leyenda hermética de la vara de Hermes, que amansó
las serpientes y se enroscaron en su vara le otorgaron el poder teúrgico de
“ligar” y “disolver”, conviertiendo el caos en cosmos. El símil de las dos
fuerzas antagónicas que se ahogan en su propio veneno, es que después de
muertas, se convertirán en agua viva tras su descomposición y putrefacción,
para tomar una forma nueva, única, más noble y mejor.
La serpiente benéfica permanece dormida como una energía
potencial, y se limita a significar las fuerzas instintivas y sexuales; por
ello, en los sueños ver una serpiente dormida nos revela que nuestras fuerzas
instintivas se hallan dormidas, apaciguadas, y si la serpiente se despierta y
desliza por el suelo sin que ello nos produzca una sensación desagradable o de
temor, nos revela nuestros deseos de una evolución espiritual que, sin duda, no
tardará en iniciarse. Y como la serpiente puede cambiar de piel para seguir
creciendo, también el soñar una piel de serpiente, o la misma serpiente mientras
efectúa la muda, nos anuncia la proximidad de un profundo cambio evolutivo que
nos regenerará totalmente.
Fuentes principales:
El Simbolismo de
Alquimia – Titus Burckhardt
(Añadido el 2/10/2014)
El “Uno” y el “Dragón” son expresiones usadas por los
antiguos, en conexión con sus Logos respectivos. Jehovah -esotéricamente
Elohim- es también la Serpiente
o Dragón que tentó a Eva; y el Dragón es un antiguo emblema de la Luz Astral (el Principio Primordial), “que es la Sabiduría del Caos”. El
símbolo primitivo de la serpiente ha representado siempre la Sabiduría divina y la
perfección, y siempre se le ha mirado como equivalente a Regeneración psíquica
y a Inmortalidad. De aquí que Hermes haya llamado a la serpiente el más
espiritual de todos los seres; Moisés, iniciado en la sabiduría de Hermes, ha
seguido el mismo camino en el Génesis; siendo la serpiente de los gnósticos con
las siete vocales sobre su cabeza, el emblema de las siete Jerarquías de los
Creadores Septenarios o Planetarios. De ahí también la serpiente inda Shesha o
Ananta, el Infinito, un nombre de Vishnu, y su primer Vâhana, o vehículo, sobre
las Aguas Primordiales. Sin embargo, lo mismo que los Logoi y las Jerarquías de
Poderes, esas serpientes han de distinguirse unas de otras. Shesha o Ananta, el
“Lecho de Vishnu”, es una abstracción alegórica simbolizando al Tiempo infinito
en el Espacio, que contiene el Germen y lanza periódicamente la floración de
este Germen, el Universo manifestado; al paso que el Ophis gnóstico contiene el
mismo triple simbolismo en sus siete vocales, como el Oeaohoo de una, y de tres
y de siete sílabas de la doctrina arcaica, a saber: el Primer Logos
Inmanifestado, el Segundo Manifestado, el Triángulo concretándose en el
Cuaternario o Tetragrammaton, y los Rayos de éste en el plano material.
Sin
embargo, todos ellos establecen una diferencia entre la Serpiente Buena y
la mala (la luz Astral de los cabalistas); la primera, la encarnación de la Sabiduría divina en la
región de lo Espiritual; y la segunda, el Mal, en el plano de la Materia. Pues la Luz
Astral, o el Éter de los antiguos
paganos (el nombre de Luz Astral es completamente moderno), es el
Espíritu-Materia. Comenzando en el plano puro espiritual, se hace más grosera a
medida que desciende, hasta que se convierte en Mâyâ, o la serpiente tentadora
y engañosa en nuestro plano.
Jesús
aceptó la serpiente como un sinónimo de Sabiduría, y esto formó parte de sus
enseñanzas: “Sed sagaces como la serpiente”, dice. En el principio, antes de
que la Madre se
convirtiera en Padre-Madre, el Dragón de Fuego se movía sólo en los infinitos”
(27). El Aitareya Brâhmana llama a la Tierra Sarparâjni ,
la “Reina Serpiente” y la “Madre de todo cuanto se mueve”. Antes que nuestro
globo asumiera la forma de huevo (y también el Universo), “un largo rastro de
polvo Cósmico (o niebla ígnea) se movía y retorcía como una serpiente en el
Espacio”. El “Espíritu de Dios moviéndose en el caos” fue simbolizado por todas
las naciones bajo la forma de una serpiente de fuego, exhalando fuego y luz
sobre las aguas primordiales, hasta haber incubado la materia cósmica y hacerla
asumir la forma anular de una serpiente con la cola en su boca; la cual
simboliza, no solamente la
Eternidad y el infinito, sino también la forma globular de
todos los cuerpos formados en el Universo, de aquella niebla de fuego. El
Universo, lo mismo que la
Tierra y que el Hombre, arrojan periódicamente, a manera de
las serpientes, sus antiguas pieles, para revestir otras nuevas después de un
período de reposo. Seguramente no es esta imagen de la serpiente menos graciosa
o más prosaica que la oruga y la crisálida, de la cual brota la mariposa, el
emblema griego de Psyche, el alma humana. También era el Dragón el símbolo del
Logos entre los egipcios, sucediendo lo mismo entre los gnósticos. En el Libro
de Hermes, Pymander, el más antiguo y el más espiritual de los Logos del
Continente occidental, se representa a Hermes bajo la forma de un Dragón ígneo
de “Luz, Fuego y Llama”. Pymander, el “Pensamiento Divino” personificado, dice:
Helena Blavatsky –
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