jueves, 1 de septiembre de 2016

El Paraíso no está perdido (Facundo Cabral)




Vengo cuando hay que venir a decir lo que hay que decir, fundamentalmente que el paraíso no está perdido sino olvidado y que en una eternidad se puede empezar de nuevo.

Nadie es lo que no fue y nadie será lo que no es, es decir, que al futuro lo venimos planeando desde el pasado, entonces tenemos la edad de lo que recordamos y somos, ante todo, lo que amamos.

No tengo compromiso con lo que no amo, y menos con lo que no creo, tampoco con la mayoría, siempre dispuesta a ahogar al individuo, que es lo único verdadero. Me siento tan libre, tan dueño de mí, tan confiado en la vida que no temo cometer errores, es más, me divierten y me crecen. Tengo tanto que hacer conmigo que no me preocupa lo que digan los demás, que son lo de menos, una abstracción con la que nunca viviré. No me interesan las tradiciones y las costumbres, redes de las que hay que huir si uno quiere volar, que es el deber y el derecho cósmico del individuo. No es bueno lo estático en un mundo en constante movimiento, por eso no puede haber reglas fijas.

Todavía creo en la revolución fundamental, que es revolucionarse. En el camino siempre encuentro cosas que me enriquecerán, y andando al azar nunca hay rutina, todo es novedoso, entonces uno aprende a no dar nada por sentado, todo es una clave que nos lleva a otra cosa, así se desarrolla el olfato que siempre encuentra lo interesante.

Hay que tener menos para tenerse más. Como yo no tengo nada me salvo de la envidia. Si no consumes eres más libre, tienes más tiempo para vivir, para andar por todas partes, tranquilo, liviano, porque no hay nada que cuidar, entonces puedes ser un hombre, no un policía que cuida lo que tarde o temprano será basura.



Interrumpe la actividad mental para que vivenciemos la plenitud, para que sintamos lo universal, para que comprendamos que somos parte del todo, por eso cuando arrancamos una flor se mueve una estrella. Cuando la mente está inmóvil oímos completa la canción de la vida, sin las divisiones de la mente, danzamos con los otros y con el viento. Somos agua del mar, polvo de la tierra, vivenciamos que somos parte de Dios, que es todo lo que es.

Acciona en lugar de reaccionar, crea en lugar de contestar, libérate de los agotadores vicios de querer convencer y gustar, hazlo por ti, haz lo que quieras y te sentirás muy bien contigo mismo, que es lo que importa; entonces le darás más a los demás, vuelve a nacer pero ahora dentro tuyo, supera los apegos que te sacan del camino, sigue a tu corazón, al que no dejan de llamar las bellezas del mundo, nada te impide la consumación espiritual, tú sabes que ya es hora de ponerte en contacto con lo mejor tuyo, recuerda que en cada vida se realiza el todo y que hasta los actos más pequeños conforman la personalidad.

Dios no nos echó del Paraíso, estamos dentro de él, solo tenemos que darnos cuenta, abrir los ojos, y cambiar nuestra actitud frente a la vida, liberar a nuestra cabeza de la mala información, divorciarnos del inútil suicidio que es la culpa, deshacernos de lo cultural, que son datos generales, no individuales, que es donde vivenciamos la vida.

Si te quedas en lo seguro, si tienes miedo de sumarte a la corriente de la vida que nuca se detiene, tarde o temprano el hastío te adelantará la sombra de la muerte, el miedo traerá el aburrimiento y tu existencia será una maldición. Si le das la espalda a la búsqueda, al viaje inevitable, aumentará tu esclavitud, todo te resultará pesado porque pesadas son las cadenas de la sociedad, cárcel a la que se condenan los que le temen a la libertad y sus cambios permanentes, porque son permanentes las propuestas de la vida.

Abre la puerta a lo nuevo, entra con el corazón en la mano a la selva más oscura y más rica porque todo es novedad, no lo pienses, vale la pena cruzar el umbral, embarcarse en todas direcciones, solo yendo de extremo a extremo podrás saber que la verdad está en el promedio, que justicia es armonía de desiguales, y debes estar atento, porque en cualquier momento se te revelará por donde te dejará pasar el muro.

Ahora o nunca, lo que no hagas ahora no lo harás nunca porque este momento no volverá.



No te preocupes por la crisis, no es tan grave, la crisis te liberará de las cosas que te encadenan, que te rebajaron de creador a consumidor. La crisis te salvará del exceso que pudre y de lo artificial que idiotiza; gracias a la crisis estarás más acompañado, porque el capitalismo consiguió lo que no consiguió el comunismo, la igualdad, porque ahora somos todos más pobres, y al tener menos que cuidar serás más libre, tendrás más tiempo para vivir.

La mayoría busca afuera el paraíso perdido sin darse cuentas que lo lleva dentro, que no está perdido sino olvidado, la mayoría muere en lo desconocido por no animarse a vivir lo desconocido.

Festeja todo lo que suceda, celebra también tu tristeza y te sorprenderá el comprobar que tu actitud la transformará en alegría. Cuando descubras la vida, inevitablemente te enamorarás de ella, y el amor te hará tan poderoso que los milagros serán constantes. Vivir significa amar, amar es vivir, y el amor no espera nada a cambio, se alimenta de su propia plenitud; pero solo llega el amor, es decir, la vida, cuando se va el miedo.

Entrégate a la vida, no desoigas sus propuestas, ella te llevará al amor, es decir, al centro tuyo, el que se contacta con el corazón del universo, y por el amor conocerás la alegría, que es la luz que iluminará tu camino hacia la paz, el más alto don.

No niegues a la vida, afírmala viviendo, no te opongas al río, deja que te lleve al mar.


Tú decides el Infierno o el Paraíso, que también serán tu creación, el amor puede hacer de tu ahora y aquí un Paraíso, puedes amar hasta convertirte en lo que amas, es mas, hasta convertirte en el amor, pero elijas lo que elijas, Infierno o Paraíso, debes ser responsable de tu elección, debes hacerte cargo de lo que has elegido vivir, pero sé que cuando seas responsable, es decir, dueño de tu vidas, no se te ocurrirá elegir lo peor, no decidirás lo sombrío.


Facundo Cabral – El Paraíso no está perdido, sino olvidado






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