miércoles, 7 de mayo de 2014

El Amor es un fenómeno social (Erich Fromm)



¿Es el amor un arte? En tal caso, requiere conocimiento y esfuerzo. ¿O es el amor una sensación placentera, cuya experiencia es una cuestión de azar, algo con lo que uno “tropieza” si tiene suerte? Es indudable que la mayoría de la gente cree esto último, y que el problema del amor consiste, fundamentalmenten en ser amado, y no en amar, no en la propia capacidad de amar. De ahí que para ellos el problema sea cómo lograr que se les ame, cómo ser dignos de amor. Esa actitud sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, por lo que no existe ninguna otra actividad que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectativas y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. No obstante el profundo anhelo de amor, casi todo lo demás tiene más importancia que el amor: éxito, prestigio, dinero, poder; dedicamos casi toda nuestra energía a descubrir la forma de alcanzar estos objetivos y muy poca a aprender el arte del amor.

El primer paso a dar es tomar conciencia de que el amor es un arte, tal como es un arte el vivir. La solución plena está en el logro de la unión interpersonal, la fusión con otra persona, en el amor. Sin amor, la humanidad no existiría un día más. El amor maduro significa unión a condición de preservar la propia integridad, la propia individualidad. El amor es un poder activo en el hombre; un poder que atraviesa las barreras que separan al hombre de sus semejantes, lo une a los demás; el amor lo capacita para superar su sentimiento de aislamiento y separatividad, y no obstante le permite ser él mismo.



El amor es una actividad, no un afecto pasivo; es un “estar continuado”, no un “súbito arranque”. En el sentido más general, puede definirse el carácter activo del amor afirmando que amar es fundamentalmente dar, no recibir. Dar produce más felicidad que recibir, no porque sea una privación, sino porque en el acto de dar está la expresión de mi vitalidad. No es rico el que tiene mucho, sino el que da mucho.

La esfera más importante del dar no es la de las cosas materiales, sino el dominio de lo específicamente humano. ¿Qué le da una persona a otra? Da de sí misma, de lo más precioso que tiene, de su propia vida. Ello no significa necesariamente que sacrifica su vida por la otra, sino que lo que está vivo en él –da de su alegría, de su interés, de su comprensión, de su conocimiento, de su humor, de su tristeza-, de todas las expresiones y manifestaciones de lo que está vivo en él. No da con el fin de recibir; dar es de por sí una dicha exquisita. Dar implica hacer de la otra persona un dador, y ambas comparten la alegría de lo que han creado. El amor es un poder que produce amor.

Además del elemento de dar, el carácter activo del amor se vuelve evidente en el hecho de que implica ciertos elementos básicos, comunes a todas las formas de amor: cuidado, responsabilidad, respeto y conocimiento. El amor es la preocupación activa por la vida y el crecimiento de lo que amamos; la responsabilidad es un acto enteramente voluntario, constituye mi respuesta a las necesidades expresadas o no, de otro ser humano; si amo a la otra persona, me siento uno con ella, pero con ella tal cual es, no como yo necesito que sea, como un objeto para un uso; es obvio que el respeto solo es posible si yo he alcanzado mi independencia; solo conociendo objetivamente a un ser humano, puedo conocerlo en su esencia última, en el acto de amar.



El amor no es necesariamente una relación con una persona específica; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo como totalidad, no con un “objeto” amoroso. Si una persona ama solo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación simbiótica, o un egotismo ampliado. Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad.
   La clave más fundamental de amar es el amor fraternal, el amor a todos los seres humanos. Si he desarrollado la capacidad de amar, no puedo dejar de amar a mis hermanos. En el amor fraternal se realiza la experiencia de unión con todos los hombres, de solidaridad humana, se basa en la experiencia de que todos somos uno. Las diferencias en talento, inteligencia, conocimiento, son despreciables en comparación con la identidad de la esencia humana común a todos los hombres.

Mi propia persona debe ser un objeto de mi amor, al igual que lo es otra persona. La afirmación de la vida, crecimiento y libertad propios, está arraigada en la propia capacidad de amar. Si un individuo es capaz de amar productivamente, también se ama a sí mismo; si solo ama a los demás, no puede amar en absoluto. El egoísmo y el amor a sí mismo, lejos de ser idénticos, son realmente opuestos. Es verdad que las personas egoístas son incapaces de amar a las demás, pero tampoco pueden amarse a sí mismas.

El amor solo es posible cuando las personas se comunican entre sí desde el centro de sus existencias. Solo en esa “experiencia central” está la realidad humana, solo allí hay vida, solo allí está la base del amor. Experimentado de esa forma, el amor es un desafío constante; no un lugar de reposo, sino un moverse, crecer, trabajar juntos; que haya armonía o conflicto, alegría y tristeza, es secundario con respecto al hecho fundamental de que los seres se experimentan desde la esencia de su existencia, de que son el uno con el otro al ser uno consigo mismo y no al huir de sí mismos.



La condición fundamental para el logro del amor es la superación del propio narcisismo. Requiere el desarrollo de la humildad, objetividad y razón. Toda la vida debe estar dedicada a esta finalidad.
   La práctica del arte de amar requiere la práctica de la fe. La base de la fe racional es la productividad. Una actitud indispensable para la práctica del arte de amar es la actividad interior, el uso productivo de los propios poderes.

El amor es la única respuesta satisfactoria al problema de la existencia humana. Toda sociedad que excluya, relativamente, el desarrollo del amor, a la larga perece a causa de su propia contradicción con las necesidades básicas de la naturaleza del hombre. Hablar del amor no es “predicar”, por la sencilla razón de que significa hablar de la necesidad fundamental y real de todo ser humano. Que esa necesidad haya sido oscurecida no significa que no exista. Analizar la naturaleza del amor es descubrir su ausencia general en el presente y criticar las condiciones sociales responsables de esa ausencia.


Tener fe en la posibilidad del amor como un fenómeno social y no solo excepcional e individual, es tener una fe racional basada en la comprensión de la misma naturaleza humana.


Erich Fromm - El Arte de Amar

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